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El arte de clonar obras de arte

La reconstrucción hiperrealista de estatuas está alcanzando en Japón niveles de perfeccionamiento escalofriantes. Durante ocho años, en Tokio, mensuraron una estatua que data del 623 d.C. ¿Los museos solo expondrán clones?

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Reconstrucción. Arriba, el clon de Shaka (Sakyamuni), estatua ubicada en el templo Horyuji. Al lado, Masaaki Miyasako. | cedoc

Mientras en Madrid un consejo de expertos del Museo del Prado examina el Ecce Homo que se supone es obra de Caravaggio, en Japón se exhibe el clon de una escultura religiosa de 1400 años de antigüedad. No alcanza este espacio para citar las referencias históricas respecto al doble en la cultura humana. Del mito de Narciso a la especulación sobre quién es el protagonista en la fantasía de los sueños, quién en la vigilia, el individuo desdoblado realiza pasajes por la literatura, el cine, la filosofía y demás ciencias humanas. A Stevenson, Dostoievsky, Wilde, Poe, entre otros, siguen films como Blade Runner (Ridley Scott), Doble de cuerpo (De Palma) y Kagemusha (Kurosawa). Suplantación, engaño, replicación, duplicación, falsificación, ejecutan una deriva del otro tan igual como la siniestra duda que habita en la sombra.

El clon de la tríada Shaka (Sakyamuni), estatua ubicada en el templo budista Horyuji, se exhibió en el Museo de Arte de la Prefectura de Nagano, y su aspecto es el de como lucía al ser concebida en 623 d.C. Vale decir: la estatua clonada es una experiencia estética como viaje en el tiempo, al pasado. Una reconstrucción hiperrealista concebida por Miembros del Centro de Innovación de la Universidad de las Artes de Tokio (UAT), quienes  mensuraron, en todo sentido y desde 2014, la estatua original. Utilizaron cámaras digitales de alta definición y mediciones exactas 3D, que generaron un modelo digital para recrear tanto las partes traseras de las figuras como las fracciones dañadas.

Un análisis por fluorescencia de rayos X sobre los materiales metálicos obtuvo datos de la composición y proporciones del cobre utilizado para la posterior fundición sobre un molde realizado por impresión 3D. Es aquí donde lo “analógico” interviene: especialistas en artesanías de cobre y en tallado de madera completaron tanto el proceso de fundición como los detalles finales de pintura y acabado. Además, y por estudios de documentación sobre la obra, las figuras laterales fueron dispuestas de manera intercambiada, así como alterados ciertos detalles del pelo en la figura central y en el respaldo del conjunto. El resultado es un objeto producto de la fusión entre tecnología, restauración de piezas históricas y técnicas del arte.

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Este equipo de trabajo también desarrolló una tecnología capaz de duplicar con precisión los contornos de la pintura al óleo, replicando materiales exactos en densidad y composición. Toda esta técnica descripta se encuentra patentada y desde 2018, a través de una empresa, brinda asistencia a los museos del mundo. El objetivo es simple: la clonación de sus activos más preciosos. Por ejemplo, el Museo de Bellas Artes de Boston y el Musée d’Orsay de Francia clonaron algunas obras que fueron expuestas en Japón. Pero no se trata de un ensayo o aventura teórica, existe un responsable, guía del proyecto, que cuenta con el apoyo de las instituciones. Se trata del artista plástico, profesor emérito de la UAT,  Masaaki Miyasako (miyasakomasaaki.com).

En un reportaje publicado por Next Wisdom Foundation (nextwisdom.org), el profesor da cuenta de los procesos de análisis y creación para la clonación de obras de arte. Y revela: “En los Países Bajos, existen la Sociedad Holandesa para la Preservación de las Artes y las Ciencias que estudia la reproducción de obras de arte, y la Universidad Tecnológica de Delft, con un alto nivel en el análisis científico de obras de arte. Hubo una oferta para la investigación conjunta entre la tecnología analítica holandesa y la propiedad cultural clonada de la Universidad de las Artes de Tokio. Con eso como detonante, firmamos un acuerdo y creamos una propiedad cultural clon de la Torre de Babel de Pieter Brueghel”.

Sí, leímos bien, ya existe la exacta réplica de la Torre de Babel. Para despejar dudas respecto a la originalidad del proceso, Masaaki Miyasako agrega: “Si la obra se filtra, existe el riesgo de que se extienda por todo el mundo como una falsificación de arte, por lo que no haremos otra cosa que la obra solicitada por el museo que alberga al original. Será posible conservar el original en el almacén mientras se exhibe el bien cultural clonado”. 

Resalta que existen dos tipos: el clon que se acerca al original como réplica y el superclon, como en el caso de la estatua sagrada, cuyo objetivo es superar al original mismo. Entonces, es muy probable que aparezca un superclon del tríptico El jardín de las Delicias, cuyo aspecto reconstruirá lo que El Bosco observó al finalizarlo. Los relojes se deforman inquietos, más allá de Dalí. Pueden ustedes imaginar otras secuelas...