CULTURA
Libro / Reseña

El laberinto argentino del saber

En su primera novela, Carlos Scolari recorre la historia argentina descubriendo de manera sólida y original los mitos y verdades del Gran Pueblo Argentino.

Carlos Scolari y su libro La gran enciclopedia argentina. 20211130
El ensayista e investigador Carlos Scolari y la tapa de su primera novela. | Cedoc Perfil

Un agente de inteligencia argentino retirado viaja en el recuerdo a una misión, tal vez la única relevante en su carrera y que aplicó como significado a su existencia. Lo hace ante un micrófono, en una jerga entre diáfana y paranoica, no exenta de alusiones delictivas. Porque la información resulta un bien larvado, a futuro, donde las relaciones sociales llevan a cierto grado de verdad que las convierte en armas. Más en Argentina a mediados del siglo pasado, con un Perón en plenitud, urdiendo su propia trama de espionaje e intereses. Asignado en una misión secreta por Evita debe detectar qué le oculta el líder. De forma casual, un tal José Antonio Uriburu aparece en escena, y resulta el autor fantasma de esa gran enciclopedia nacional. Política, conocimiento, historia y lenguaje, conforman así un enredo entre policial y erudito.

Fórmula de ficción con la que Scolari homenajea a Umberto Eco (El nombre de la rosa), pero también a Tomás Eloy Martínez (La novela de Perón, Santa Evita); además, refiere a la sanguinaria guerra civil argentina del siglo XIX, sus modos bestiales, en el tono de Juan Jacobo Bajarlía en su póstumo Morir por la Patria. Es en la materia textual de la enciclopedia, a la manera de fichas, intercaladas en el testimonio referido, donde los rastros de Denis Diderot y Jean Le Rond d’Alembert como modelos del conocimiento organizado en la célebre L'Encyclopédie ceden ante las mordaces observaciones de un profesor Uriburu que a veces emula a David Viñas, otras a Rogelio García Lupo. Testimonio y relato, historia e información, dato y sospecha, tejen la red de astucias, farsas y mentiras en torno al supuesto imaginario de un ejemplar territorio argentino, esperanza con futuro, que culmina en este engaño presente y sin futuro.

Pero la política resulta lateral, advenimiento ineludible al punto que Félix de Azara “pondrá en tela de juicio no solo los excesos de los cronistas sino las exuberancias del barroco español e hispanoamericano de los siglos XVI y XVII”. Así La Argentina (el primer relato que define el territorio), es una obra “escasa de conocimientos locales, llena de tormentas y batallas, y de circunstancias inventadas”. Maltrato memorioso que contradice lo real, algo tan allanado por Sarmiento en su pulsión por escribirlo todo y pasear entre tumbas para fantasear una transmigración que lo inspire. Esta novela fragmenta el saber enciclopédico, lo intrusa, ensaya el modelo fantástico del tráfico del saber (o su ocultamiento) y, tal vez, a pesar del fracaso que denuncia (la fe ciega en un propósito, la fortuna, el poder), coloca un mojón inquietante en ese imaginario patriota que a veces luce sanador, otras veces narcótico hasta el olvido. Otra faz es el humor intelectual, Scolari lo dosifica como una crítica de la crítica, donde todo objeto de saber es una duda cierta, inacabada, capaz de signar a un territorio con una épica falsaria a pesar de la Historia y sus intérpretes o cómplices, en el malentendido de una lengua malversada.

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