La década del 30 del siglo pasado quedó unida, en el imaginario histórico, a una de las mayores crisis del capitalismo. En su reverso, fueron los años de prosperidad de la burguesía local ligada a la producción agrícola-ganadera, nutrida de los inmigrantes enriquecidos, que en ciudades-puerto como Rosario dejaron un patrimonio arquitectónico inconfundible, tanto en sus instituciones colectivas como en sus propiedades particulares.
Fruto de la mezcla de estilos y de la importación de materiales de alta calidad, el auge constructivo aumentó la oferta de trabajo y la proliferación de arquitecturas opulentas que demandó la radicación de profesionales y artesanos españoles, franceses e italianos, los que construyeron y decoraron, entre otras maravillas, las residencias de verano de la alta burguesía, en lo que hoy es el coqueto Boulevard Oroño.
Y los años 30 fueron también los de la creación de dos museos, el de Bellas Artes Juan B. Castagnino y el Histórico Provincial Dr. Julio Marc, nacidos de la pulsión coleccionista de esta misma burguesía ilustrada.
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El primero, creado en 1937 a instancias de un benefactor y coleccionista, Juan B. Castagnino, fue el primer museo de arquitectura moderna del país, que la concibió integrada al coleccionismo. La transición del muro como sostén de las obras al espacio como sostén de trayectorias que generan miradas transversales, fue una innovación en la tradición museística de aquellos años.
El segundo, un proyecto estatal que se inauguró en 1939, se debió a un notable de la ciudad, el Dr. Julio Marc, en el que reveló su concepción americanista de la historia. De hecho es el primer museo que incorporó en sus colecciones a los pueblos originarios. Cuenta con fondos documentales e historiográficos desde el Virreinato al siglo XIX y fue el primer archivo histórico de la ciudad.
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Dentro del plan estratégico de recuperación del patrimonio que tiene la ciudad (un plan a largo plazo que desde 1998 se renueva cada diez años, consensuado con ochocientas instituciones, incluidas las universidades nacionales), el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, el Museo Histórico Dr. Julio Marc y la Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez, fueron elegidos este año para integrar un ambicioso proyecto de ampliación y puesta en valor que demandó una inversión total de 330 millones de pesos y es el siguiente:
- Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino. Expande una vez y media su superficie con dos nuevas estructuras que se añaden al edificio existente: un bloque donde estarán las nuevas salas, el depósito y las reservas museográficas, atendiendo a los estándares internacionales de conservación y seguridad de las obras y otro bloque, perpendicular al anterior, que incluirá los espacios de las actividades culturales como el auditorio y el restó-bar, donde una araucaria centenaria recuperada de una tormenta se convertirá en el centro de la zona de circulación y de intercambio social. En el nivel superior habrá oficinas, biblioteca, un SUM y una terraza-mirador destinada a eventos.
- Museo Histórico Provincial Dr Julio Marc. Además de la restauración de su hermosa fachada, se prevé la ampliación y puesta en valor de su inmueble ubicado en el corazón del Parque Independencia que fue diseñado por el ingeniero Angel Guido, el mismo que diseñó el Monumento a la Bandera junto con Alejandro Bustillo, el Club Gimnasia y Esgrima de Rosario, la casa Fracassi y la casona Córdoba, entre otras perlitas.Con la idea de articular pasado y presente, sus proyectos curatoriales se proponen poner a dialogar las colecciones históricas con el guión de la actualidad. Con ese fin viene organizando talleres, seminarios internacionales, presentaciones de libros y un programa de residencias culturales que lo han reconvertido en un centro de producción cultural, por lo que la ampliación y refacción de sus instalaciones se impone como necesidad.
- Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez. El plan de ampliación y puesta en valor de todos sus edificios (uno de cuales, de 107 años de antigüedad, tiene una sala de lectura con condiciones acústicas que permiten tanto la lectura silenciosa como hacer conciertos de cámara) se propone ampliar las salas de lectura y los espacios para los investigadores y agregar una sala infantil y un café literario, con el fin de constituirse en un centro de conocimiento y de intercambio. Parte de la remodelación (que responde a los estándares internacionales de la UNESCO y del CERLALC y para la cual se tomaron como referencia las bibliotecas públicas de Helsinki y de San Pablo) consiste en la puesta en valor de sus colecciones -algunas del siglo XVII- que estaban fuera del alcance del público. Su patrimonio incluye además, impresiones en Braille y la Biblioteca de Autores Rosarinos (BAR), un reservorio de la memoria literaria de la ciudad.
Estas tres instituciones, junto con el Teatro El Círculo, forman el núcleo de una tradición cultural con una fuerte presencia de lo regional que se conformó a fines del siglo XIX y hasta los años 30 del siglo siguiente. Con este plan estratégico de recuperación del patrimonio, la ciudad de Rosario se propone sumar valor a su riquísimo patrimonio arquitectónico y constituirse en un polo cultural con proyección internacional.