Director de la flamante editorial de la Facultad de Filosofía y Letras (EUFyL), que inicia su catálogo con Roberto Arlt, Samuel Beckett y Jacques Derrida, promete una nutrida serie de libros en los que divulgación e investigación van de la mano.
—¿Cómo surgió esta nueva editorial universitaria?
—Esta facultad siempre editó sus propios libros, hasta ahora orientados a las necesidades de las cátedras. Entonces este sello viene a poner a conversar toda esa producción libresca con los lectores de afuera.
—¿Y cómo piensan hacerlo?
—La Argentina cuenta con un piso de lectores de una alta competencia, de modo que el desafío es grande. Vamos a explorar el aspecto social de la geografía, el aspecto político de la antropología contemporánea, la relación con los pueblos originarios, cuestiones que se han puesto en discusión en estos últimos años, y la facultad tiene muchas cosas para decirle a la sociedad en ese sentido. Entonces, desenclaustrar esas investigaciones y llevar los aspectos más conversables a un ámbito no académico es nuestro objetivo.
—¿La divulgación es uno de ellos?
—La divulgación necesita encontrar un equilibrio que creo que estos trabajos garantizan. Por ejemplo, Historia de la mentira es el resultado de una conferencia que hace veinte años dio Derrida acá, tiene un prólogo de Jorge Panessi. La facultad produce constantemente valor y por suerte tenemos una excelente distribución en librerías en todo el país.
—¿Qué cosas de tu experiencia en editoriales comerciales quisieras volcar en EUFyL?
—Me formé leyendo los libros del Centro Editor de América Latina, de manera que para mí no hay muchas diferencias. Tuve la suerte de estar en grandes grupos editores y allí lo que aprendí es la cuestión de los tiempos y de la necesidad de resolver. Por supuesto que tenemos que hacer viables desde el punto de vista financiero los libros, pero no vamos a resignar prestigio ni calidad.
—¿Cuál es el plan editorial para 2016?
—Por un lado está la línea de revisitar grandes autores de la tradición cultural argentina, y vamos a pedirles a diez intelectuales de un rango muy amplio que elijan algún fragmento de la obra de ese escritor y lo comenten. Ya tenemos dos programados: uno con fragmentos de Sarmiento y el otro con diez poemas de Lugones. También, una antología temática de la poesía argentina. Luego, la antología comentada de la revista Centro, que es una revista pre Contorno. En cuanto a filosofía, a los profesores que nos visitan –Didier Eribon, Noam Chomsky– se les ha pedido que nos cedan los derechos de sus conferencias. Y este año acabamos de sacar un cuento inédito de Samuel Beckett en forma bilingüe, con un prólogo de uno de los mayores investigadores de su obra.
—¿Hay un público interesado en los discursos académicos, o lo que hubo es una ampliación del público universitario?
—Creo que lo que pasa hoy es que los discursos se han contaminado. Hace treinta años, los que escribían en los diarios eran los de la “universidad de la calle”, y por el otro lado estaba la academia con sus propias publicaciones. Me parece que estos límites son hoy mucho más porosos y nosotros venimos a ocupar ese lugar.