“Escribo lo que me viene en ganas y lo que me gusta. No tengo problemas con estilos”, afirma el dramaturgo Roberto “Tito” Cossa, quien acaba de estrenar su más reciente obra “Solo queda rezar”, desarrollada junto a su hijo Mariano en el Teatro del Pueblo.
Este trabajo es una novedad desde el punto creativo por donde se lo mire ya que, por un lado, es la primera ver que lo hace “a cuatro manos” y, por otra parte, el relato deja la Buenos Aires que tantas veces ambientó sus textos para situarse en otro planeta.
“Yo puse la idea, y empecé a escribirla y como tenía que meterme con temas científicos, le dije a mi hijo si tenía textos y, después, si no quería que la escribiéramos juntos – resalta -. Mariano tiene muy buen oficio para escribir. Toda la parte científica de la obra, la puso él”.
“Solo queda rezar”, protagonizada por Luis Longhi, Carlos Weber, narra la historia de un historietista de ciencia ficción (inspirado en Héctor Germán Oesterheld) que dibuja un planeta y una civilización avanzada en el espacio y, por esa razón, es abducido por unos extraterrestres que quieren entender cómo sabe de su existencia.
La obra, cargada de crítica hacia el individualismo y el capitalismo, le llevó más de dos años de trabajo y cuenta con uno de los rasgos centrales en el teatro y el cine de Cossa: el humor. “Eso es lo que me caracteriza, porque lo tengo la vida, entonces es inevitable que aparezca en mis trabajos”, explica. Pero, a su vez, tiene una gran carga política, ya que su mensaje central radica en las bondades de vivir alguna vez en un sistema socialista, comunitario y solidario, algo que en la real lo ve como algo imposible de conseguir. “Nosotros creíamos que íbamos a lograr una sociedad justa, socialista. Fracasamos”, destaca.
Los escritores somos bastante inseguros. Soy bastante crítico con mis obras.
Esta obra, como las anteriores que ha escrito, tuvo un proceso largo de gestación que se inició con una situación o un diálogo entre dos personas que le vino a la mente y, que le sirvió como disparador para comenzar el desarrollo del texto.
“Las ideas vienen con una situación. En general, dos personajes tienen un momento y eso lo escribo, que quizás ni queda. Es un primer pretexto - explica -. Uno escribe y después se va dando cuenta hacia dónde va. Uno no sabe adónde va o no lo sabe bien, pero al final se va estructurando y sabe qué es lo que quiere”.
Una vez terminada, la corrigió una y otra vez, aunque, como le pasa siempre, nunca se siente conforme con el resultado de su trabajo. Por eso, suele hacérselas leer a sus amigos y colegas de confianza, para que le den su parecer.
“Los escritores somos bastante inseguros. Soy bastante crítico con mis obras. No me terminan de gustar nunca. Por eso nunca las veo – concluye -. Si veo mis obras, digo: por qué hice esto en lugar de hacer lo otro. Entonces, me amargo. Al ideal no se llega nunca”.
Entrevista concedida al programa “Voces y memorias”, que se emite los martes a las 20 por Eco Medios AM 1220.
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