Con sede virtual en la ciudad de Santa Rosa, en La Pampa, comienza este 16 de junio la décima edición del Filba Nacional, el festival que nació con la idea de trazar un mapa literario del país. Se extenderá hasta el próximo sábado.
Por segundo año consecutivo, debido a la pandemia, el encuentro se hace de manera virtual, con actividades que se podrán seguir por el canal de YouTube y las cuentas en redes sociales de Fundación Filba.
En esta edición, que inaugurará la escritora María Teresa Andruetto a las 20 con una conferencia sobre cuerpo y escritura, participan autores como Gabriela Cabezón Cámara, Juan José Becerra, Camila Sosa Villada, Mariano Quirós, María Rosa Lojo, Martín Felipe Castagnet, Marisa Negri, Eric Schierloh, Jorge Consiglio, Cristian Aliaga, Carlos Gamerro y Valeria Tentoni, entre muchos otros. El cierre estará a cargo de la narradora Mariana Enriquez, que leerá por streaming textos aterradores, propios y ajenos.
A lo largo de cuatro días, se homenajeará a tres escritores: los poetas pampeanos Olga Orozco y Juan Carlos Bustriazo Ortiz, y la cantante y escritora Rosario Bléfari, “santarroseña por adopción”. Como sucede desde la primera edición del Filba -allá lejos y hace tiempo, en Bahía Blanca, en 2012-, están programadas múltiples actividades gratuitas para todos los interesados que tengan conectividad. Catas de libros, lecturas de poemas, conferencias y entrevistas, proyección de documentales y actividades para niños. El Filbita tendrá una sección especial en el marco del Filba Santa Rosa.
Autores de la ciudad anfitriona e invitados abordarán el “territorio ranquel” desde distintos enfoques: memorias de habitantes de los pueblos originarios imaginadas por escritores contemporáneos, nuevas excursiones a la geografía descripta por Lucio V. Mansilla y bitácoras de escritores viajeros. La programación completa se puede consulta en la página web del Filba.
Además, para celebrar los diez años del Filba, a partir de esta tarde se comparte de manera gratuita un libro al cuidado de Victoria Rodríguez Lacrouts, con ensayos que abarcan la trayectoria del festival literario firmados por autores que viajaron a ciudades como Bariloche, La Cumbre, Rosario, Santiago del Estero y Santa Fe. La antología reúne textos de Selva Almada, Eugenia Almeida, Mercedes Araujo, Juan José Becerra, Rosario Bléfari, Oliverio Coelho, Agustina Paz Frontera, Laura García del Castaño, Fernanda García Lao, Daiana Hederson, Pedro Mairal, María Moreno, Eloísa Oliva, Mariano Quirós, Camila Sosa Villada, Carlos Ríos, Hebe Uhart, Beatriz Vignoli y Martín Zariello.
“La geografía de la literatura es el universo –escribe en la introducción la directora del Filba, Amalia Sanz-. No hay restricciones espaciales para la imaginación, ni para las formas de contarlas. Todo se puede escribir sobre cualquier lugar, incluyendo los que no existen. Si la literatura no tuviese el poder de hacer la realidad y de cumplirle a la imaginación sus deseos más imposibles, nosotros, los lectores, la cambiaríamos por una aventura mejor”. Un nuevo episodio de esta aventura literaria llamada Filba Nacional comienza a escribirse hoy.
Prólogo de Eugenia Almeida a “Filba Nacional. Una cartografía literaria”
Aquí hay dragones
Dicen que los mapas sirven para orientarse. Quizás sólo cumplen la función de serenarnos. Hacernos creer que en un golpe de vista recorremos el territorio. Lo comprendemos. Lo dominamos.
Los mapas siempre han sido trazados desde el poder. Un poder que, en primer lugar, demarca un centro y luego llama a todo lo demás “periferia”.
“Bitácora” era el nombre de un pequeño mueble donde el capitán de un barco guardaba los papeles relacionados con el registro del viaje. Una especie de diario donde no sólo entraba lo objetivo, lo cuantificable (velocidad y dirección de los vientos, por ejemplo) sino también lo subjetivo. Ahora solemos usar esa palabra para nombrar los diarios de viaje. La bitácora no es un mapa. No pretende describir el territorio sino el efecto que el paisaje produce en quien escribe. De eso se trata. Nosotros y el mundo, una relación de ecos que se potencian.
En los antiguos mapas los cartógrafos insertaban la frase “aquí hay dragones” para señalar los territorios desconocidos.
Aquí hay dragones. Aquí hay bitácoras de viaje. Relatos. Gente que aceptó la invitación a descentrarse, a salir de lo ya trazado, a tomar un camino lateral. A poner en jaque la idea de “centro” y “periferia”. A moverse sabiendo que todos somos, al mismo tiempo, centro de algo, periferia de algo.
Eso es lo que viene haciendo Filba desde hace diez años. Eso es lo que hace la literatura, desde siempre.