Se hablaba de política en voz baja pero los chicos escuchábamos igual.
En el país, en el barrio, pasaban cosas raras, como que un vecino un día no estaba más y eso llamaba la atención y se elucubraban diversas teorías. Había un mundial y la Selección Nacional ganaba y la gente salía a la calle a festejar. También se desató una guerra donde morían chicos demasiado jóvenes y eso daba miedo y mucha tristeza. En la televisión pasaban programas que intentaban distraer y en las escuelas se hablaba del cuerpo humano. La plata no alcanzaba y era difícil conseguir trabajo.
El país era gobernado por “señores de gorra” y la Argentina se había vuelto gris y demasiado rígida.
En otras casas, en cambio, un día entraban unos señores muy violentos y se llevaban al papá, y la mamá le mostraba al hijo la mancha de sangre en la almohada y le prometía que no pararía hasta encontrarlo. Un tío desaparecía y eso daba bronca, porque el tío era demasiado bueno; tanto que trabajaba para que no hubiera más pobres. Otro chico armaba una valija para irse a México, porque esos mismos señores los estaban buscando para llevarlos a una cárcel. Durante "la guerra", no había nada para festejar, como tampoco se festejaban los goles del Mundial, porque claro, muy cerca de los estadios estaban los presos ilegales de los militares, a los que torturaban con un artefacto llamado picana.
Con menos o más información, una generación de niños que hoy somos treintañeros, tomamos consciencia del mundo durante la última dictadura militar de la Argentina. Esas vivencias ahora están publicadas en un delicioso texto: ¿Cómo es un recuerdo? La Dictadura contada por los chicos que la vivieron, del periodista Hugo Paredero.
En el medio de los festejos por la vuelta la democracia, Paredero escuchó casualmente una conversación entre dos chicos de 6 y 7 años en la mesa de un restaurante de Palermo:
-¿Por qué toda la gente se puso contenta de golpe?
-Porque vino la democracia.
-¿Y si les gustaba tanto, por qué no la trajeron antes?
-Porque parece que tuvieron que negociarla muuuuucho tiempo con los señores de la gorra.
-¡Ah sí, ya sé, los malos!
En ese momento se le ocurrió que los niños que habían transitado la infancia durante la dictadura tendrían una versión de esos años, tan real, tan oficial como la historia de la que podrían dar cuenta los adultos. Sin embargo, los chicos suman a la historia algo más: están comprometidos con la verdad pero saben jugar con ella sin pudor, son libres, andan sin prejuicios y finalmente pueden ser despiadados o tiernos, pero nunca el fin será quedar bien con alguien.
Paredero no se equivocó. Recorrió en 1984 gran parte del país con un grabador y un cuaderno de anotaciones y entrevistó a solas a 150 chicos que en ese momento tenían entre 5 y 12 años, y les preguntó qué recordaban del golpe de Estado de 1976, del Mundial de Fútbol del 78’, de la guerra de las Malvinas, de las conversaciones en las casas, sobre qué charlaban con los amiguitos, los juegos, la televisión, las inundaciones, las Madres de Plaza de Mayo, sobre la dueda externa, las elecciones de 1983, sobre Alfonsín y la restauración democrática y también los consultó sobre cómo veían el futuro.
El libro, o lo que ahora es ese libro, estuvo más de 20 años guardado en una vieja caja de zapatos hasta que un día uno de esos pequeños entrevistados, Octavio Kulesz, hoy licenciado en Filosofía y uno de los fundadores de la editorial Del Zorzal, encendió la radio, puso el dial en Radio Nacional y escuchó a Hugo Paredero, sí, el mismo periodista que lo había entrevistado cuando él tenía 7 años. Se comunicó con él y a los pocos días Paredero le llevó a la editorial la caja de zapatos con los papeles amarillos que contenían los testimonios.
El resultado es, si se quiere, un libro de historia, porque recoge testimonios de primera mano de un conjunto de niños que estuvieron allí, y es también un libro histórico, por único.
En el Especial Multimedia el lector podrá ver y escuchar la entrevista al autor, Hugo Paredero, y a Ocatvio Kulesz, editor Del Zorzal.