CULTURA
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La polémica es la estrella del Salón del Libro de París

La controversia acerca de los escritores invitados y excluidos de la delegación argentina se quedó con el protagonismo.

Estrellas. La creación de Quino y la star de Disney Channel comparten el stand argentino, más austero y sin la iconografía peronista del de la Feria de Frankfurt, hace cuatro años.
| Alejo Schapire

En el stand argentino hay parado un elefante. Los diarios franceses lo llaman Piglia; los escritores argentinos, Caparrós. El animal, al que todos se refieren como “la polémica”, fue creciendo y ganando espacio semanas antes de la inauguración, luego de que Ricardo Piglia se bajara a último momento del Salón del Libro de París invocando “cuestiones literarias”.

La imprecisa explicación del faltazo favoreció la teoría de un boicot ante una lista de invitados oficiales calificada por diarios franceses y argentinos de políticamente sectaria. Fue la versión adoptada por el director del Salón del Libro de París, Bertrand Morisset. “La política de la silla vacía es una cobardía. Si el señor Piglia quiere criticar a los Kirchner, que venga a París y lo haga. Aquí no se censura a nadie. Había aceptado venir pero puso unas condiciones dignas de una estrella de rock. El señor Piglia es deshonesto, ha insultado al Salón del Libro, a sus editores de Gallimard y al público francés”, sentenció. Piglia replicó: “Me parece que monsieur Morisset se ha tomado en serio la idea de que la literatura argentina se divide en K y anti K, y no sabe que la mayoría de nosotros –viajen o no a París– pensamos a nuestra literatura actual de otra manera y con otros criterios”, sostuvo.  

“Los más importantes creadores de opinión aquí (Le Monde, Le Nouvel Observateur) se han hecho eco de la polémica”, lamenta Gustavo Guerrero, responsable de la literatura en español de Gallimard entrevistado por PERFIL. “Aunque de algún modo Piglia trató de no vincular su ausencia a la polémica, es difícil que muchos de los lectores franceses no hagan la conexión”, añade, al tiempo que recuerda el trabajo contrarreloj para presentar a tiempo la traducción al francés de su última novela, El camino de Ida.

Mientras los franceses creían ver en Piglia una nueva víctima del histórico sectarismo peronista, recordando los casos de Borges y Cortázar, el manto de sospecha se cernía sobre la delegación argentina. “Que haya habido exclusiones por razones políticas es muy probable”, concede la joven escritora e invitada oficial Laura Alcoba en declaraciones a la radio France Inter. “Pero al mismo tiempo algunos autores que han sido invitados y estarán en París están más cerca de la oposición que del gobierno actual”, subraya, y agrega que existe un compromiso entre los invitados de hablar de las “sorprendentes ausencias”.

Estas sorpresas se llaman Rodrigo Fresán, Jorge Asís, Pola Olaixarac, Edgardo Cozarinsky y Eduardo Berti. Pero sobre todo Martín Caparrós, quien, interrogado por PERFIL, respondió qué opinaba de la lista de escritores seleccionados y su exclusión. “Toda selección es subjetiva y cada cual tiene derecho a hacer la que quiera. Así que no tendría nada que decir sobre ésta si no fuera porque a) me lo preguntaron, b) supe que estaba en la lista original y me tacharon funcionarios políticos, c) ya conocemos la tendencia oficialista a suplantar idoneidad con lealtad, en todas las áreas, y d) hay días en que me aburro”, respondió por email.

Bajo el anillo de Moebius del pabellón argentino, rodeado por el homenaje a Cortázar ilustrado por Rep, el director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, dice lamentar la ausencia de Caparrós, con quien reconoce diferencias políticas, pero afirma que la falta del autor del recientemente traducido al francés Los Living obedece a una cuestión de estilo. “Con Caparrós siempre hay discusiones pendientes. Desde el punto de vista de su literatura, y de sus opiniones políticas. La forma en que él desarrolla sus opiniones políticas es muy áspera”, recalcó González entrevistado por Radio Francia Internacional. “Eso no quiere decir que por eso una persona no deba venir acá, pero esa aspereza termina interviniendo en decisiones a las que vos les adjudicás un carácter político que quizá se refieran a ciertos estilos regidos por una aspereza evidente, que en el momento de hacer las invitaciones tiene cierto peso por parte de la persona que hizo las invitaciones”, explica alambicadamente. “¿Por qué no se dejan de molestar con estupideces?”, irrumpe Ernesto Laclau. “Hay cosas más importantes en la cultura argentina que ver a quién invitaron. No ha habido una exclusión sistemática de nadie”, asevera el catedrático argentino radicado en Inglaterra, quien juzga que Le Monde ha escrito “disparates” sobre la presencia argentina en el Salón.

No es la opinión de una de las inexplicables ausencias del evento. “El gobierno argentino ya ha usado la Biennale de Venecia y la Feria de Frankfurt para la promoción de sus ‘ideas oficiales’. El homenaje a Cortázar es la ocasión perfecta para poner en escena pobres versiones del ‘escritor comprometido’  –esa figura tan cara a la glorificación idiota de los años 70”, cuestiona Pola Olaixarac consultada por Le Nouvel Observateur. Considerada una de las cinco revelaciones mundiales literarias de 2013 por Les Inrockuptibles, la autora de Las teorías salvajes especula con que su columna en el  New York Times en noviembre pasado sobre el desvanecimiento de la figura de Cristina no la ayudó a integrar la comitiva. “Me da pena por los editores y editoras que apuestan por autores extranjeros sin subsidios de ningún tipo, jugándosela por libros raros que compiten en uno de los mercados literarios más grandes del mundo, y el Salón es su oportunidad para vender en una industria que está en crisis (también en Francia). Lo inexplicable es la ausencia de Edgardo Cozarinsky”, de larga trayectoria en Francia, afirma desde San Francisco.

Más allá de las razones de las ausencias, lo cierto es que al promediar la feria la polémica ha contaminado la oportunidad que se le brinda a la Argentina de vender su literatura, lo que pesa sobre autores que hicieron el viaje. Algunos se ven obligados a justificar su presencia o despegarse de ciertos aspectos de la política gubernamental, otros  contemplan cómo se arruina una rara posibilidad de presentar sus obras en el exterior.

 “Las ferias del libro son oportunidades para que te conozcan. Si ese tiempo que era para que se hablara de los libros y los autores argentinos se lo lleva esta polémica, se desperdicia una parte importante del objetivo de la feria”,  lamenta Claudia Piñeiro.

Mientras tanto, la lluvia anunciada para este fin de semana en París debería redundar en la venta de libros argentinos, y no sólo de los invitados oficiales. Porque junto a las obras de éstos, en los stands figuran, en francés y en castellano, ejemplares de la obra de Beatriz Sarlo, Rodrigo Fresán, Edgardo Cozarinsky, Jorge Asís o de un tal Martín Caparrós

*Desde el Salón del Libro de París.