CULTURA

Mo Yan, el realismo mágico en China

El escritor chino se llevó el galardón. Quién es este militar que emula a García Márquez. Fotos. Galería de fotos

Mo Yan. Nació en una familia de granjeros. Se alistó en el Ejército Popular de Liberación, las actuales fuerzas armadas de su país, a los veinte años, y empezó a escribir siendo todavía soldado.
| AFP

Guan Moye es el verdadero nombre de Mo Yan, seudónimo que significa “no hables”, cuestión a la que el ahora mundialmente célebre escritor hace honor desde hace varios años: es muy difícil de entrevistar, incluso quienes lo han logrado, no ven él virtud alguna para ello, y hasta se rumorea que es bastante aburrido, parco.

Habría que preguntarle al honorable comité seleccionador sueco a quién de los dos adjudicó el Premio Nobel de Literatura 2012, si al esquivo titular físico del cuerpo o al silencioso que publica.

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Pero cuidado, que no se preste a confusión: Mo Yan (me referiré al que publica, que es lo legible y atañe a este artículo) no es Thomas Pynchon, de aquél se conocen fotografías y algunas declaraciones públicas, del misterioso americano una foto juvenil y lo más poderoso, una obra de calidad literaria maravillosa. A esta altura del siglo XXI, la Academia Sueca parece correr con los vientos económicos más favorables, y a las claras elogiar a la potencia económica que es China puede asegurarle unos años más de perdurabilidad frente a la crisis del euro. Ahora, ¿y el prestigio? Luego del premio de la paz al general Custer contemporáneo, la pregunta resulta ominosa. Pero vayamos por quién es Mo Yan.

Su biografía es escueta, nació en 1955 en un pueblo de Shandong. A nuestra lengua se han traducido y publicado en España: Sorgo rojo (1987), Las baladas delajo (1988), La república del vino (1992), Grandes pechos, amplias caderas (1996); Shifu, harías cualquier cosa por divertirte (1999), La vida y la muerte me están desgastando (2006), y Rana (2011). Leo en las noticias que dan cuenta de su trayectoria la palabra “pobre”, en un pueblo pobre, familia pobre, todo es pobre en su pasado.

La cuestión es que para ser pobre no le fue para nada mal. El año pasado ganó el Mao Dong, el premio de novela más importante dentro de la República Popular China, y que se otorga cada cuatro años. Lo compartió con Zhang Wei, Liu Xinglong, Feiyu Bi y Zhenyun Liu, y a cada uno le correspondió casi 80 mil dólares. Fue candidato al Premio Neustadt Internacional de Literatura (1998), al Premio Kiriyama (2005), y en 2010 fue nombrado miembro honorario de la Asociación de Lenguas Modernas. Antes de eso, disfrutó de las luces del éxito en la industria cinematográfica oriental, el director Zhang Yimou adaptó Sorgo rojo (1987, ganadora del Oso de Oro en Berlín) y Shifu: harías cualquier cosa por divertirte (2000, Happy Time).

También otro director, Huo Jianqi, dirigió Nuan (2003). Vale decir, desde hace 25 años es un escritor con una posición acomodada, vive en Pekín y supo adecuarse a los giros de timón de la política cultural del oscilante e impredecible Partido Comunista Chino. En declaraciones públicas ha mencionado su admiración por Lu Xun (1881-1936), un escritor fundamental para la historia canónica del realismo socialista de la patria refundada por ese pésimo y tedioso poeta rebautizado como Mao Zedong, y por cuyas citas glosadas como El Libro Rojo murieron entre sesenta y noventa millones de chinos.

De por sí, tal diferencia numérica no hace menos que tender un manto de sombra siniestra sobre la historia humana. La otra admiración del premiado es por Wang Anyi, otra escritora realista, hija de un ex miembro del Politburó, y que también fue criada por la sociedad china bajo las consignas y secuelas de la Revolución Cultural.

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