El lunes pasado, en la pequeña localidad de Choisel, a los 91 años murió Michel Tournier, uno de los grandes exponentes de las letras francesas del siglo XX. Desde 1957, prácticamente aislado de los círculos literarios, vivía en un viejo presbiterio en el valle de Chevreuse, en las afueras de París, donde falleció de muerte natural. Antes de dedicarse a la literatura, Tournier estudió filosofía en la Sorbona y en la Universidad de Tubinga (Alemania), trabajó como periodista y traductor en radio y televisión y colaboró con Le Figaro. En los años 50 se relacionó con el filósofo Gilles Deleuze, el músico Pierre Boulez y el fotógrafo Lucien Clergue, con quien fundó en 1969 el festival de fotografía de Arlés. Su primera novela, Viernes o los limbos del Pacífico (1967), ganó el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, mientras que la segunda, El rey de los Alisos (título tomado de un poema de Goethe), obtuvo por unanimidad el Premio Goncourt en 1970.
Miembro del comité de lectura de la editorial Gallimard y del jurado de la Academia Goncourt entre 1972 y 2010, candidato al Nobel en varias ocasiones, Tournier fue un escritor particular. Su obra se compone de nueve novelas, seis libros de relatos y más de dos decenas de ensayos, en su mayor parte traducida a todos los idiomas. La segunda novela, El rey de los Alisos, que narra las peripecias de Abel Tiffauges, un hombre trastornado y lúcido, inclinado a la pedofilia, que salva niños en Prusia oriental durante el nazismo, fue llevada al cine en 1996 por Volker Schlöndorff con el título de El ogro. La tercera novela, Los meteoros (1975), es la historia de dos gemelos.
A Tournier le gustaba leer sus relatos en las escuelas a los niños y para lectores infantiles y juveniles escribió Viernes o la vida salvaje (reescritura de su primera novela, publicada en 1971), Gaspar, Melchor y Baltasar (1980), o Cuentos de medianoche (1989). Sus ficciones reelaboran algunos mitos primordiales (Robinson, el ogro, los dobles) sobre una base de índole filosófica.
Las novelas de Tournier actualizan con ironía reflexiva personajes míticos e históricos como Moisés (en Eleazar o el manantial y la zarza), los Reyes Magos, Robinson Crusoe (en Viernes o los limbos del Pacífico), Gilles de Rais –el aristócrata criminal de niños, condenado a muerte en 1440– o Juana de Arco (en Gilles y Juana). En El viento paráclito (1977), Tournier explica su recurso al mito y el fundamento metafísico de sus novelas. Este, por ejemplo, organiza la trama de Viernes o los limbos del Pacífico, en la que se recrea el mito de la novela escrita por Daniel Defoe en 1719, pero el punto de vista inverso: el triunfo de Dioniso (Viernes) sobre Prometeo (Robinson). También Tournier explica algo de sus fábulas filosóficas en su libro El vuelo del vampiro. Notas de lectura (1988), donde reúne ensayos breves sobre autores como Stendhal, Flaubert, Hesse, Zola, Mann, Sartre, Grass, Rougemont, Malraux, Novalis, Goethe y Calvino.
En “Michel Tournier y el mundo sin el otro”, incluido en Lógica del sentido (1969), Deleuze se refiere a Viernes o los limbos del Pacífico como una “extraordinaria novela”.