CULTURA

Postales de realidad publicada

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—Pareciera que en la actualidad se publica lo que aparece.
—Tengo la impresión de que es más sencillo publicar un libro hoy que hace veinte años. Las editoriales chicas hacen mucho para que se publiquen tantas ediciones. Y es probable que falten editores, en el sentido de que busquen algo. Diría que faltan editores que intervengan más activamente sobre aquello que les llega. Hay textos publicados que dan la impresión de que entre el momento que llegó a la editorial y la corrección final, antes de la publicación, no pasó por nadie, salvo por un editor que dijo démosle salida. Faltan editores en el sentido más fuerte, como uno puede rememorar en las cartas de editores de Porrúa, Cortázar, y hasta Calvino. Mientras que en el campo de las ciencias sociales hay otro punto para examinar, es el caso de editoriales que no son universitarias y publican libros que vienen con su subsidio universitario. Ahí las colecciones tienen un argumento que viene del lado económico. A mí me parece bárbaro que se publiquen todos los libros, no hay nada en contra de eso. Pero falta la idea del editor que está interviniendo.
—¿Por qué la ficción pierde terreno frente a la crónica?
—Porque la crónica proporciona un realismo que llega a un público más amplio. Entre leer un mundo bizarro de prostitutas, trans, desplegado en la crónica y leer un cuento de siete páginas de Perlongher, el público que pide realismo leerá la crónica, aunque Perlongher haya sido quien descubrió y representó extraordinariamente ese mundo. Además, a diferencia de la crónica tradicional de comienzos del siglo XX, la crónica actual tiende a ir al mundo bizarro.