CULTURA
Ferias, editoriales, narradores, premios

Tucumán: territorio fértil

Contrariamente a lo que ocurre con otras grandes ciudades del interior, como Córdoba o Rosario, Tucumán vuelve a recuperar el esplendor que supo exhibir en otros tiempos. Producción literaria en ascenso constante.

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Movida. Arriba: imagen de la última FILT. | Gentileza filt
Autores premiados, un festival que promociona a escritores jóvenes, nuevas editoriales, obras que comienzan a salir de la provincia y circulan por el país. El momento actual de la literatura tucumana “registra un nuevo comienzo”, como escribe Damián Ríos en el prólogo a la antología 40°. Narrativa tucumana contemporánea, y una producción que en conjunto aparece como la de mayor impulso en el interior, ante la retracción de otras grandes ciudades, como Córdoba o Rosario.
La nueva narrativa tiene sus reconocimientos. Máximo Chehin (1972) ganó el concurso de cuentos de la Fundación El Libro con Salir a la nieve y es de uno de los autores más sólidos, con libros como Vista al río (cuentos, 2010) y La vida interesante (novela, 2014). Juan Angel Cabaleiro (1969) fue premiado este año en España por su novela El secreto de la Quebradita y en Buenos Aires, en el concurso de novela corta del Consejo Federal de Inversiones, por La verdad sobre el caso RC, relato policial y a la vez muestra de estilo, que define como “realismo sucio tucumano”.
“Tucumán está en una nueva etapa –dice Sofía de la Vega, una de las organizadoras del Festival Internacional de Literatura que se realiza anualmente en la capital provincial–. Hace unos años no había casi nada, producía muy poca gente, como Inés Aráoz, Fabián Soberón o Denise León. Ahora eso está cambiando, se diversificó y amplió, y hay sobre todo una movida joven muy interesante. Creo que nos falta camino para consolidarnos”.

En los nuevos narradores está el rastro de la narrativa del noroeste argentino, “pero también otras tradiciones como la literatura latinoamericana contemporánea, la gran tradición del cuento norteamericano y también Fogwill, Levrero, Uhart y hasta autores más jóvenes”, dice Damián Ríos a propósito de 40°, antología que reúne cuentos de Luis Acardi Lobo, Marcela Canelada, Diego Font, Valentín Monroy y Horacio Paz, entre otros. Las historias personales de los escritores dan cuenta de esa articulación: Máximo Chehin se formó en el taller de Liliana Heker; María Lobo (1977), autora de Un pequeño militante del PO y Santiago, con Samantha Schweblin y Maximiliano Tomas; Ezequiel Nacusse (1990), quien publica cuentos y poemas en Primera persona, su libro inicial, reconoce como maestro a Osvaldo Bossi; Blas Rivadeneira (1984) identifica a Mario Levrero como “fetiche” en los cuentos de Ibatín (2015), relato de la iniciación de un joven escritor de provincia, y como objeto de reflexión en su tesis de grado Más allá del centro y la periferia (2013).
“Tomás se fue convenciendo de que se podía ser escritor aunque viviera en Tucumán y no hubiera mercado ni editoriales”, escribe Rivadeneira sobre el protagonista de Ibatín. El personaje edita una revista –“unas fotocopias abrochadas donde todo el mundo publicaba lo que quisiera”–, funda un café literario, asiste a talleres y participa de encuentros como el Letrar –alusión al Mayo de las Letras que organiza el gobierno provincial.

El panorama parece más propicio con la reactivación de la Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán (Edunt), bajo la dirección de Rossana Nofal. Mientras prepara la edición de la obra poética de Inés Aráoz (1945), la editorial acaba de publicar La llamada. Historia de un rumor de la posguerra de Malvinas, del historiador Federico Lorenz. La producción circula además a través de sellos pequeños como Culiquitaca –surgió con el propósito de “apostar por autores tucumanos y romper la lógica de las editoriales de ciudades chicas”, según Nacusse–, Minibús, Gato Gordo “–editorial tucumana, casera y artesanal” que se propone “intervenir en la escena artística local para dar circulación a textos raros, experimentales y transgresores”–, La Cimarrona y Monoambiente.

Tucumán Zeta, “la primera revista de periodismo narrativo del norte argentino”, se encuentra en línea desde octubre de 2012. Fundada por los periodistas Bruno Cirnigliaro, Pedro Noli y Exequiel Svetliza, a los que se agregó el fotógrafo Diego Aráoz, narra historias de personajes y sucesos de la provincia y produce fotorreportajes, videos y artículos de análisis. La drag queen Gloria Oh, el rapero Zailex, el debut de Gladys, la Bomba Tucumana en Showmatch, y las riñas de gallos en el interior provincial son algunos de los personajes y fenómenos retratados por la publicación digital.

Así como los cronistas se proponen contar ante todo historias “de acá”, Juan Angel Cabaleiro incorpora personajes y ambientes cercanos: en El secreto de la Quebradita, el sospechoso gobernador Abramovich es una transparente alusión a un personaje político de la provincia, y en La verdad sobre el caso RC sobresale la captación del paisaje y del lenguaje coloquial. Desde otra perspectiva, Fabián Soberón (1973) hace de la crónica un lugar de cruce entre géneros, “un laboratorio, un lugar y un tiempo para experimentar con la realidad y con la escritura” como mostró en su último libro, Cosmópolis (2017), a partir un viaje a Nueva York.

Ser del interior no se confunde con cultivar el color local, dice María Lobo, quien a la vez cuestiona la distinción entre centro y periferia con que se piensan los escritores de provincia. El proyecto de la Edunt, como lo define Rossana Nofal, condensa esas coordenadas: “La tucumanidad en diálogo con lo nacional”.n