CULTURA
Historias literarias XV

Una carta que no cesa de llegar

Isaak Babel fue uno de los mayores escritores europeos de la primera mitad del siglo XX. Con “Caballería roja” y un puñado de cuentos consiguió retratar el horror de entre guerras, lo que terminaría por costarle la vida. Edgardo Cozarinsky revisita su legado y enmarca su figura en el orden de la leyenda: “Como otros escritores y artistas judíos, Babel recibió halago y castigo de las autoridades soviéticas”, asegura en este artículo.

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Qué es una carta? Algo más allá de lo que un correo electrónico puede transmitir: la presencia física del papel y la tinta, una hoja que fue tocada por una mano y será tocada por otra. Sin palabras, un mensaje puede ser confiado a un objeto, aun a algo impalpable: a un perfume.

Días después del arresto de Isaak Babel el 15 de mayo de 1939, agentes de la policía secreta soviética registraron su departamento para secuestrar manuscritos, cartas, todo material con que sustentar un juicio por traición cuya sentencia ya estaba decidida. Autorizaron a la compañera del escritor a enviarle algunas prendas y unos pocos efectos personales. Ante la prohibición de enviar cualquier mensaje, Antonina Pirozhkova volcó un frasco de su perfume habitual sobre la ropa interior de Babel.
Eran días de las grandes purgas stalinistas que implantaron el miedo, el silencio, aun la delación con arbitrarias acusaciones de espionaje que conducían a una indefectible ejecución. Un año antes, en las plácidas páginas de la revista El Hogar de Buenos Aires aparecía una nota sobre un libro de Babel: Caballería roja. “Uno de los relatos, Sal –podía leerse–, conoce una gloria que parece reservada a los versos y que la prosa raras veces alcanza: lo saben de memoria muchas personas”. El autor: Borges.

Babel fue fusilado el 27 de enero de 1940. En marzo de 1954, era de Khrushev, Pirozh-kova recibió un certificado de defunción con una fecha falsa, 17 de marzo de 1941, para sugerir que Babel había muerto en la guerra. El comunicado oficial se lee como una broma siniestra: “Se revoca la sentencia del tribunal militar que concierne a I.E. Babel sobre la base de circunstancias recién descubiertas. En ausencia de elementos delictivos, la acusación contra él queda sin efecto”.
“La verdad es que Babel tenía muchos secretos, vivió con muchas ambigüedades y contradicciones y dejó muchas preguntas sin respuesta” (Nathalie Babel, hija de su primera mujer). Había seguido como reportero a la “caballería roja” en la guerra civil, y sus relatos registran saqueos, brutalidad y estolidez de sus camaradas, no inferior a la de los cosacos contra quienes combatían. Al volver a Odessa creó el personaje cautivante de Benia Krik, gángster de la Moldavanka, barrio judío de la ciudad, desafiando tanto la buena conciencia de esa comunidad como los cánones incipientes de una literatura edificante. Su obra teatral María retrató la corrupción de la nueva sociedad y suscitó la advertencia de Gorki sobre el peligro que acechaba al autor.

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Como otros escritores y artistas judíos (Mandelstam, Eisenstein), Babel recibió halago y castigo de las autoridades soviéticas antes del golpe final, a la edad de 45 años. Antes de la revolución ya había sobrevivido al rigor de la administración zarista: como judío, en Odessa no pudo ingresar en el liceo elegido, y más tarde, en Petrogrado, sólo pudo residir con pasaporte falso. Allí conoció a Gorki, que lo alentó, publicó sus primeros cuentos y lo llevó al periodismo. Babel frecuentó gente de todos los ambientes, situaciones que iban a alimentar su ficción, así como ya en Odessa había observado con mirada de futuro escritor a prostitutas y rabinos.
En 1919 se casó con Yevgenia Gronfein. En 1925 la esposa emigró a París y Babel la visitaba a menudo; no logró una reconciliación, pero en 1929 tuvieron una hija, Natalie, que iba a ser la primera editora de la obra del padre. Pero la mujer que tendría un papel definitivo en la vida y en la supervivencia de la obra del escritor no fue judía: Antonina Pirozhkova, nacida en Siberia. Con ella no llegó a casarse.

Pirozhkova trabajó como ingeniera de la red de subterráneos de Moscú y en el Instituto de Transportes. Al retirarse en 1965 comenzó una segunda vida, dedicada a la memoria de su compañero, a rescatar su obra. Intentó recuperar los manuscritos secuestrados por la policía, abrió su departamento de Moscú a los estudiosos de la obra de Babel, insistió ante los comisarios de la cultura para que permitieran reeditar sus libros. En 1972 compiló Babel recordado por sus contemporáneos. En 1990, vísperas ilusas de la extinción de la Unión Soviética, logró publicar en Rusia una edición en dos volúmenes de la obra conocida de Babel. Partió a los Estados Unidos y allí publicó en 1996 un libro de memorias, A su lado: los últimos años de Isaak Babel. En septiembre de 2010, a los 101 años de edad, murió en Sarasota, Florida.
De vuelta al pago. Una joven editorial cordobesa, que eligió provocativamente el nombre de Vilnius, publica los Cuentos de Odessa de Babel en traducción directa del ruso por Valeria Zuzuk. (Que las editoriales “pequeñas” publican hoy los libros más interesantes es algo evidente tanto en la Argentina como en los Estados Unidos.) Este delgado, elegante volumen es una joya imperdible. En primer término por la traducción, que sin incurrir en el solecismo de hacer hablar a los gángsters de la Moldavanka en lunfardo, logra un acento porteño muy actual para sus diálogos. La completan “materiales sobre Isaak Babel”: textos de Nadezhda Mandelstam, Juan Forn y Roberto Echavarren, entre otros, así como el recuperado elogio de Borges.

“Toda vida está hecha del entrecruzamiento de otras vidas”, escribió un novelista argentino. La carta de Antonina Pirozhkova, que acaso no conociera imágenes de la Córdoba argentina, sigue llegando a nuevos, imprevistos destinatarios.