Fue, sin dudas, uno de los mejores arqueros del fútbol argentino en la década del '90. Pero, fundamentalmente, Carlos Navarro Montoya será recordado siempre como el digno sucesor de Hugo Orlando Gatti en la valla de Boca, club donde desarrolló el tramo más largo y lucido de una extensa campaña a la que hoy, con 43 años, puso punto final.
Así es: tras 29 años de actuación en los campeonatos profesionales y luego de jugar para 15 clubes distintos, el veterano "uno" optó por colgar los guantes y lo anunció en una conferencia de prensa, en la que aclaró por si hiciera falta que la suya “no fue una decisión tomada de un día para otro”.
Hijo del también arquero Ricardo Navarro, quien en la Argentina sólo jugó en Primera dos partidos para Argentinos Juniors en 1965, el "Mono" (apodo que lo acompañó desde chico) nació un 26 de febrero de 1966 en Medellín, Colombia, donde su padre integraba por entonces las filas del Independiente Medellín.
Ya de regreso en la Argentina con su familia, comenzó a jugar oficialmente en las inferiores de Vélez, el club donde, promovido por Alfio Basile -a la sazón DT del Fortín- debutó en Primera en 1984 con apenas 18 años, en un partido que los de Liniers le ganaron 1 a 0 a Temperley con gol de un Carlos Bianchi que gastaba sus últimos cartuchos con la "V" azulada.
Enseguida, sus buenas actuaciones en la valla velezana le permitieron no sólo afirmarse como titular del equipo, que con él como figura fue subcampeón del Nacional '85 detrás de Argentinos Juniors, sino también ser convocado a la selección colombiana que jugaba las eliminatorias para el Mundial de México ’86.
Por culpa de esa convocatoria, no pudo integrar nunca el seleccionado argentino como lo merecería por su nivel en Boca, adonde ingresó en 1988 luego de pasar por el Santa Fe de Bogotá y retornar por una temporada a Vélez.
Ese mismo año, tras ser suplente de Gatti en el comienzo del campeonato, debutaría en la escuadra superior boquense, luego de una recordada derrota por 1-0 ante Deportivo Armenio que marcó el fin de la trayectoria de quien era desde varios años atrás no sólo el titular indiscutido de la valla xeneize, sino también su ídolo personal y su modelo como guardavallas.
A partir de entonces, no tardó mucho en ganarse el corazón de los hinchas xeneizes a base de inverosímiles atajadas, que hicieron olvidar rápidamente a Gatti y lo erigieron en figura de los conjuntos boquenses que ganaron el Apertura 1992, la Supercopa '89, la Recopa Sudamericana’ 90, la Copa Masters en 1992 y la Copa de Oro Nicolás Leoz en 1993.
Así llegó también a acumular la muy meritoria cantidad de 400 partidos oficiales integrando el equipo de Boca, donde marcó un récord en la historia del club al sumar 180 partidos seguidos como titular y otro al acumular 824 minutos invicto en el Apertura '92.
En 1996, no obstante, una conflictiva relación con el entonces DT xeneize Carlos Bilardo precipitó su salida del club de la Ribera y el comienzo de su mucho menos afortunado paso por el fútbol español, donde descendió con los tres equipos que integró: Extremadura, Mérida y Tenerife.
Su nivel, no obstante, no sólo no decayó sino que se mantuvo bien alto durante un buen tiempo más. Y así lo demostró tras un paso por el Deportes Concepción de Chile al volver al fútbol argentino contratado por Chacarita en 2002, a lo que siguieron otros buenos pasos por Independiente y Gimnasia y Esgrima La Plata.
Después de pasar fugazmente en 2006 por el Atlético Paranaense de Brasil, en cambio, su carrera ya entró en declive: en dos campeonatos sucesivos, volvió a descender de Primera a la B Nacional con Nueva Chicago y Olimpo de Bahía Blanca, si bien no llegó a jugar el Clausura en que se produjo el descenso de los bahienses en la temporada 2007/08.
Finalmente, este año jugó tan sólo siete encuentros oficiales para el modesto Tacuarembó de Uruguay hasta que, luego de una fuerte discusión con el presidente de ese club, su contrato le fue abruptamente rescindido, lo que hizo que muchos vieran ya bien cerca este retiro que hoy se acaba de concretar.
Mucho más que esos últimos pasos desafortunados por el fútbol argentino y uruguayo, no obstante, quedarán para la historia sus impresionantes atajadas, su carisma de ídolo y alguna que otra declaración, como las que se cruzaran entre él y José Luis Chilavert en una polémica "para alquilar balcones" del fútbol argentino de los '90.
Esa misma frontalidad a la hora de declarar le significó no ser bien recibido no sólo en Vélez, sino también en sus últimas visitas a la cancha de Boca. Sin embargo, a más de un hincha xeneize seguramente se le escapará un lagrimón al escuchar la noticia de su retiro. No es para menos.