Ganó, gustó y goleó. A estos tres elementos que definen al encuentro perfecto, se le podría añadir que la selección argentina disfrutó el partido en el que venció por 4-1 a México en San Diego, Estados Unidos.
Más allá del clima de amistoso, los dirigidos por Alfio Basile empezaron con todo y a los 10´ del primer tiempo ya ganaban por una arremetida de Nicolás Burdisso por el segundo palo, tras un tiro libre de Maxi Rodríguez.
Pocos minutos después, a los 17´, Lionel Messi concluyó de manera magistral, con suavidad y exactitud, una serie de toques entre Sergio Agüero, Maxi Rodríguez y Fernándo Gago, quien compartió la mitad de la cancha con Javier Mascherano.
A esa altura del encuentro, los mexicanos no lograban reaccionar, ni detener la movilidad y paredes de la “pulga” y el “Kun”. Desde la tribuna, su flamante técnico, el sueco Sven Goran Ericsson, quedó atónito cuando, a la media hora de partido, Maxi Rodríguez entró sólo al área chica y tradujo un rebote en el 3-0.
El gran mérito de la celeste y blanca fue nunca dormir el match. Argentina siempre fue ofensiva, pero su ambición le costó el descuento, a los 16 del segundo tiempo. Zhina se desmarcó y con un remate cargado de efecto confundió al “Pato” Abbondanzieri que la dejó pasar, para después buscarla adentro del arco. Era el 3-1 que le permitió a los más de 70 mil hinchas aztecas que colmaba el estadio aflojar la garganta.
Sólo faltaba el tanto de Agüero para llegar el cartón y ese gol llegó a los 25´, tan sólo 9 minutos después del descuento del “Tri”. Prueba más que superada para los de Basile: 4-1 cómodo con buen juego, toques, algo de magia y mucho para esperanzar.