Los sueños de Juan Curuchet siguen haciéndose realidad. El ciclista argentino que pasó a la historia tras ganar junto a su compañero Walter Pérez el oro olímpico será el abanderado argentino en la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos, cumpliento su deseo de llevar la bandera en su última participación olímpica.
"Me dio bronca y tristeza no llevar la bandera. Tenía esperanzas de ser elegido porque ya son seis Juegos Olímpicos y los deportistas amateurs estamos 365 días al año pensando en esta competencia. Hubiera sido lo máximo", había dicho Curuchet al conocer que Emanuel Ginóbili era el elegido para abrir los Juegos con el estandarte argentino. Hoy, la historia lo retribuye no porque el Comite Olímpico Argentino qusiera redimirse, sino porque el remero Santiago Fernández, abanderado de cierre, le cedió su lugar al ciclista de oro.
“Creo que te lo merecés más que yo. Conseguiste lo máximo en estos Juegos y sería un orgullo para mí que puedas llevar la bandera en representación de todos los deportistas amateurs”, le dijo Fernández a Curuchet durante una cena que compartieron en la villa olímpica, según recoje el diario MDZ. Curuchet se tomó algunos días para pensarlo y, al final, aceptó al propuesta.
El domingo, día en el que finalicen los juegos, marcará el retiro soñado para Juan Curuchet, el ciclista argentino que en China se convirtió en una leyenda del deporte argentino y que, gracias al gesto de su compatriota remero, podrá despedirse como siempre lo había soñado: con la enseña nacional en sus manos.
La carta desesperada. "Estoy llegando a mis sextos y últimos Juegos Olimpicos. Tengo la plena conciencia del deber cumplido. Valoro mis raíces, mi gente y mi tierra tal cual es, pero trabajando siempre para mejorar y competir en el mundo sin prisa, pero sin pausa, pedal a pedal", dijo Curuchet en el comienzo de una carta que que envió al Comite Olímpico Argentino el 26 de Julio y que fue desoída por el organismo que se volcó por "Manu", una foto más convocante para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
"Llevo la bandera en mi piel y en mi sangre. Permítanme mostrarla al frente de nuestra delegacion que llevará un autentico mensaje de amor a la patria y al deporte. Las agujas del reloj están golpeando mi puerta. Ayúdenme a cumplir mi sueño", afirmaba el ciclista en la carta. A pesar de su súplica, el poder no lo ayudó a cumplir su sueño, pero si lo hizo un compañero con espíritu olímpico.