Una semana atrás, la histeria de periodistas y dirigentes había puesto a Rodolfo Arruabarrena contra las cuerdas. Boca perdía y no había horizonte posible para su entrenador. Pero en siete días, dos victorias –el miércoles contra San Martín de San Juan y anoche ante Newell’s– hicieron que el Vasco y el equipo revivieran. Boca ya no está en la lona, sino parado y avanzando hacia la punta de un torneo que recién empieza. Por suerte, todavía queda algo de prudencia.
La bocanada de frescura en este Boca que estaba atado por los nervios salió de algunos chicos como Sebastián Palacios y Rodrigo Bentancur. También de Carlos Tevez, que ayer le rindió homenaje a Juan Román Riquelme, el espectador más talentoso que tuvo la Bombonera en el palco. Tevez jugó uno de sus mejores partidos desde que volvió al club: fue dinámico y pensante, gambeteó y asistió. Y a todo eso le sumó un gol de tiro libre que, a decir verdad, contó con la absoluta complicidad del arquero Unsain, que no cubrió ni su palo, ni el de la barrera ni el medio del arco. Ese, el segundo gol, vino cuatro minutos después del primero, de Bentancur, apenas iniciado el partido. Fue un primer tiempo, decorado por el tercer tanto de Silva, perfecto.
Las asimetrías que hubo entre uno y otro equipo se acortaron en la segunda parte. Un poco porque bajó la intensidad Tevez, y con él Boca, y otro poco porque mejoró Newell’s. No era difícil mejorar, y entre Boyé y Maxi Rodríguez –que con un lindo chanfle descontó– generaron alguna inquietud.
Pero el gol de Newell’s fue sólo una nube en el cielo xeneize. Tevez, que aparecía menos que en el primer tiempo, se encargó de apilar rivales, de pasarlos y de tirar un centro para que Palacios la empujara al gol. Fue una buena síntesis del partido: Tevez y Palacios como protagonistas en una Bombonera que volvió a disfrutar. Y que recordó que el equipo al que alienta es el campeón vigente de nuestro fútbol.