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Argentina-Brasil, 1970: el triunfo menos pensado

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A la distancia, conociendo todo lo que pasó después, resulta llamativo. Y no lo que pasó muchos años o décadas más tarde, que a veces puede resultar antojadizo. Sino lo que pasó a los pocos meses.

Argentina le gana a Brasil 2 a 0. Hasta ahí, nada sorprendente. El triunfo es en el estadio Beira-Río, en Porto Alegre. Ahí, la sorpresa puede ser un poquito más grande. Pero la novedad, lo curioso, lo sorprendente, no es ni el qué, ni el quién, ni el dónde, sino el cuándo. Argentina le gana a Brasil 2 a 0 el 4 de marzo de 1970.

Nuestra selección había sufrido, meses atrás, la mayor humillación de su historia al empatar con Perú en la Bombonera y no clasificar al Mundial. Y Brasil, sin que nadie lo supiera aquella noche en Porto Alegre, estaba por convertirse en el mejor Brasil de todos los tiempos, acaso la mejor selección de la historia de los mundiales, la del “futebol-arte”, la que iba a deslumbrar al mundo en México 1970, la que iba a consagrar para siempre a Pelé, la que se quedaría con el trofeo Jules Rimet por conquistar su tercer título.

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Si se leen las crónicas de la época, lo que sorprende también es el cómo. La selección argentina, en ese entonces dirigida por Juan José Pizzuti, el técnico que había sacado campeón de la Libertadores y del mundo a Racing, mereció ganar incluso por más goles. Controló la pelota durante casi todo el partido, tuvo un tiro que pegó en el travesaño y picó en la línea. Hoy todo se puede ver en YouTube porque el Canal 100 de Brasil, que funcionó hasta el año 2000, subió el extracto.

Ese amistoso, más allá de sorprender a la distancia por lo que había ocurrido con Argentina y por lo que ocurriría con Brasil, desencadenó algo más importante: la salida de João Saldaña, el técnico y periodista que desafiaba a la dictadura militar, que formó ese equipo y que se negó, durante los 406 días que estuvo en el cargo, a incluir en el plantel a Darío. El que se lo pedía era otro João, Havelange, en ese entonces presidente de la CBF. Y a Havelange el pedido le llegaba de más arriba: Darío, más conocido como Dadá Maravilha, centrodelantero de Atlético Mineiro, era el favorito del dictador Garrastazu Medici. “Yo no armo el gabinete, que Medici no me arme el equipo”, contestó una vez Saldanha, según cuenta Ezequiel Fernández Moores en su libro Juego, luego existo.

Periodista, corresponsal en la Segunda Guerra Mundial, militante del Partido Comunista, polémico y malhumorado, Saldanha acumuló broncas y se las hizo acumular a otros. Y encima se quejaba porque Pelé, el crack del equipo, no jugaba en su selección como lo hacía en el Santos. Después de aquella derrota contra la Argentina, Saldanha anunció que O’Rey no iba a jugar un amistoso contra Chile. Después de eso, Havelange encontró la excusa para anunciar su despido. Alguien, confundido por los hechos, podría decir que el hombre que gestó el mejor equipo de la historia, luego continuado por Mario Zagallo, se fue de la selección brasileña por una derrota contra la Argentina, que no clasificó a México 1970. Pero no. En su libro Quién derribó a João Saldanha, el periodista Carlos Ferreira Vilarinho deja en claro lo que sucedió: “Los militares tenían decidida desde la clasificación la caída de Saldanha. El Comité de Deportes del Ejército fue el encargado de prepararla”.