Un tiempo para entusiasmarse y otro para desilusionarse. Así podríamos sintetizar la noche del Monumental: Argentina empató con Brasil y mostró dos caras. En una, exhibió intensidad y juego asociado; en la otra, falta de efectividad. La realidad que empieza a preocupar a los dos, que deambulan en el final de la tabla de estas Eliminatorias.
En el principio, Argentina se adueñó de la pelota y logró acercarse al arco brasileño. Lo hizo, sobre todo, por el costado que defendía Filipe Luis a través de Di María.
En el juego, los de Martino eran superiores. Y lograron concretar esa superioridad en el minuto 33. Ahí, en ese instante, por primera vez en el último tiempo, las individualidades de Argentina conformaron un colectivo. Robó Banega en la mitad del campo y se la dio a Di María, que acortó el camino al arco con un pase a Higuain. Allí, el delantero del Napoli –que a la tarde había recibido la bendición de Maradona como su “heredero” en ese club del sur de Italia– recibió y esperó el segundo necesario para lanzar un centro-pase a Lavezzi, que concluyó la jugada luego de un pique de goleador: el Pocho se cruzó toda el área grande en diagonal marcándole la posición a su compañero. Al final, sólo le quedó tocar la pelota. Gol argentino. Gran jugada, desahogo y felicidad.
La intensidad, luego del gol, se mantuvo. Argentina siempre se mostró superior, aunque eso no se trasladó a las situaciones de peligro que le generó a Alisson.
¿Y Brasil? Visiblemente superado, sólo se arrimó a Romero a través de Lucas Lima, en una jugada que bien pudo condensar su juego: desorden y confusión.
Argentina pudo haber resuelto el partido ni bien empezó el complemento. De vuelta, diseñó una gran jugada colectiva. El que la terminó fue Banega, pero entre los defensores y el palo evitaron el segundo tanto.
Brasil, sin ser el Brasil histórico, al menos logró neutralizar el claro dominio local del balón. Y cuando los brasileños tienen la pelota, ya sabemos lo que pasa. No es que merecía el empate, pero dos o tres situaciones de buena resolución personal hicieron que el equipo de Dunga lograra la igualdad. Primero fue el centro de tres dedos de Dani Alves, después una palomita de Douglas Costa (pegó en el travesaño) y, finalmente, una remate de cachetada de Lima que terminó en gol. Luego, sólo quedó tiempo para la bronca.
Jugadores caras largas
Uno de los que se fue con más bronca de la cancha fue Facundo Roncaglia, quien había vuelto a la titularidad por la lesión de Pablo Zabaleta. “Hicimos un gran esfuerzo pero no se dio. En el primer tiempo jugamos bien, y ganamos en tranquilidad, por eso estábamos con confianza. Pero bueno, a veces pasan estas cosas”, comentó el defensor de la Fiorentina.
Su compañero Lucas Biglia tuvo una mirada similar: lamentaba los puntos que se habían perdido. Y dijo con cierta preocupación: “Este es el partido que mejor jugamos en lo que va de las Eliminatorias. Teníamos los tres puntos, pero bueno, a veces nos está faltando suerte, esa es la realidad”. Y agregó: “Igual, creo que dimos un paso adelante, jugamos contra una gran selección y la superamos. Ahora tenemos que seguir mejorando, no podemos pensar en que tenemos solo dos puntos en las posiciones. el martes hay revancha”.
Marcos Rojo, quien no quiso hablar, se fue de la cancha llorando.