Una linda costumbre de sufrir es la que adquirió durante este campeonato el equipo de Sarandí. Como en fechas anteriores, Arsenal volvió a ganar sobre la hora. Esta vez fue 2-1 a Quilmes, en el partido correspondiente a la décima fecha del Apertura.
El equipo dirigido por Gustavo Alfaro comenzó mejor el partido. Manejaba con más criterio el balón. Y gracias al talento de los delanteros locales Santiago Raymonda y Juan Caffa, el arquero visitante, Damián Grosso, ya era la figura de la cancha.
En el momento en que Quilmes empezaba a emparejar el encuentro, a los 37 minutos de la primera mitad, el número 15 Alejandro Gómez abrió el marcador para el local.
En una jugada que arrancó a cincuenta metros del arco, el volante remató en la puerta del área con tanta suerte, que la pelota se desvió en un defensor, para vencer así al debutante Grosso: 1-0, con este resultado se iban a los vestuarios.
En el segundo tiempo, el conjunto de Esteban Pogany salió con todo a buscar el empate, y puso a más gente arriba. La actitud de la visita encontró una rápida recompensa: Diego Torres aprovechó un rebote en el palo para igualar el marcador. 1-1, se jugaban sólo tres minutos de la etapa final.
El partido otra vez se había hecho peleado. Quilmes mantenía el autoestima alto, lo que provocaba que Arsenal no se sintiera más el dueño de la cancha. Sin embargo, cuando todo aparentaba finalizar en un empate con gusto a nada, apareció sobre la hora Lucas Valdemarín –ingresado en el segundo tiempo-, para poner el 2-1 definitivo y continuar, en Sarandí, con la linda costumbre de sufrir.
