El grito silencioso de la eslovena Dalila Jakupovic, número 82 del mundo que tuvo que retirarse de su partido clasificatorio al Abierto australiano por un ataque de tos producido por el humo de un país aquejado por incendios forestales, generó controversias aunque no mucho más. Se quedó afuera y esta madrugada, de todos modos, comenzará el primer gran torneo del año. También el australiano Bernard Tomic (95) y la canadiense Eugenie Bouchard (211) tuvieron que detener sus juegos para recibir asistencia médica por problemas respiratorios. El tenis suele ser un deporte disciplinado. Bien lo saben sus más grandes exponentes. Algunos jugadores tienen apellidos de peso y los organizadores compromisos. El silencio no siempre es salud, pero el show debe continuar. Pera hasta dónde. ¿Cuál es el límite?
El canadiense Brayden Schnur (103) expuso el problema de quienes están fuera del top 100. No se anduvo con vueltas y dijo que Roger Federer (3) y Rafael Nadal (1) eran “egoístas” por no ponerse del lado de quienes jugaron el clasificatorio en malas condiciones climáticas. “Necesitamos el apoyo de los mejores jugadores y que ellos hablen por el resto de nosotros. Que hablen por los jugadores como yo, los que estamos fuera del top 100 y cuyas voces no son escuchadas”.
Aunque luego se arrepintió, porque no cualquiera se mete con los pesos pesados, había dicho que el suizo y el español pensaban “en sí mismos”. “Como están cerca del final de sus carreras, en lo único que piensan es en su legado y no en el deporte en sí”, disparó. Su arrepentimiento fue lo de siempre. Que sus palabras quedaron fuera de contexto: aclaró que no quería faltar el respeto y que no quiso decir lo que dijo.
“Esta persona que hizo la crítica rectificó y creo que la rectificación ha sido adecuada”, devolvió Nadal. “No tenemos que echarle la culpa de todo lo que pase esta semana al humo”, pidió el español, quien participó de una serie de partidos para recaudar fondos para colaborar con los incendios.
El estadounidense Noah Rubin (249) se preguntó si “hubiéramos hecho las cosas de manera diferente” en el caso de que el problema ambiental se produjera en un partido de Federer o Nadal. “Esa es la pregunta”, dijo y contó que los tenistas que no ganan fortunas por su ubicación en el ranking no pueden darse el lujo económico de abandonar un clasificatorio. La alemana Angelique Kerber (18) reconoció cierta rareza en el aire, pero dijo estar “segura de que los organizadores sabrán manejar la situación” y que no se correrá ningún riesgo. Aunque las condiciones climáticas mejoraron en los últimos días, hay indicios de que el aire podría deteriorarse nuevamente la próxima semana. Craig Tiley, director del torneo, intentó llevar tranquilidad al anunciar constantes “mediciones de la calidad del aire”.
Antes Novak Djokovic (2), el último ganador del Abierto, había opinado que si las condiciones climáticas no eran las adecuadas había que suspender el torneo.
Hasta el momento hubo 28 muertos, diez millones de hectáreas quemadas, al menos 3 mil casas dañadas y millones de animales muertos como consecuencia de los incendios, que aquejan a Australia desde septiembre. Los bomberos no dan tregua para combatirlos y recién desde el jueves se pudo vislumbrar algo de alivio gracias a las lluvias. Durante el partido de Japukovic se registraron altísimos niveles de contaminación. Su queja no fue un invento. La Autoridades de Protección Ambiental informaron que la calidad del aire en Melbourne iba de “moderada a peligrosa”. En la ciudad ordenaron cerrar piletas al aire libre y playas y suspender otras actividades deportivas, como las carreras de caballos.
“Pensamos que nos cuidarían mejor”, dijo Japukovic mientras los organizadores aseguraban que el cuidado de los jugadores, empleados y público era prioridad. La tenista tuvo que ser atendida por un médico durante el partido y luego se retiró con ayuda. Aunque sin la fuerza de los Federer o Nadal, otros tenistas también alzaron su voz de queja. “¿Por qué debemos esperar a que suceda algo malo para actuar”, escribió en su cuenta de Twitter la número 5 del mundo, Elina Svitolina.
“Cuando tenemos médicos que afirman que jugar con 45 grados no es peligroso en el Abierto de Australia y árbitros que afirman que el césped mojado no es resbaladizo en Wimbledon, debemos encontrar un experto que pueda certificar que la calidad del aire es suficiente, ¿no?”, ironizó el francés Gilles Simon.
Pero Tiley, el mandamás del torneo, dijo –y advirtió– que “nuestros médicos quedaron satisfechos con las condiciones para competir de los jugadores”. Sus palabras no significan otra cosa que cállense y jueguen.