Carlos Avila supo ser el hombre fuerte de la televisión y el fútbol en la Argentina. Era quien negociaba con Julio Grondona los derechos de transmisión en el país y el continente. Hoy, ya alejado hace casi diez años de Torneos y Competencias, asegura que recibió con “sorpresa” la denuncia de la Justicia de Estados Unidos, aunque a la vez se contradice y agrega que no le “sorprende” que su sucesor, Alejandro Burzaco, y el eterno titular de la AFA hayan quedado involucrados.
En diálogo con PERFIL desde Santa Bárbara, California, Avila describe a Burzaco como “un chico con espíritu de barrabrava” que se transformó en “el monje negro de la Asociación del Fútbol Argentino”. Cuenta con naturalidad que los popes de la Conmebol eran “prácticamente empleados de mucha gente” pero responde con evasivas sobre las prácticas de Torneos cuando él la conducía. “¿Cuántos negocios uno escucha que hay corrupción?”, se pregunta.
—¿Cuándo empieza a tener fuerza Burzaco en Torneos?
—El día que yo me voy, en 2006. El trabajaba en el CEI junto con el Gato (Ricardo) Handley y con Raúl Moneta. Cuando el CEI, que era socio nuestro, se retira, él se queda sin trabajo y nosotros lo tomamos. Tenía un muy buen manejo de inglés, estaba muy preparado y manejaba bien la parte financiera. Vino a trabajar con nosotros en la parte internacional, que veníamos desarrollando fuertemente. Cuando me voy, se queda y empieza a crecer. Empieza a tener una muy buena relación con Grondona. Al punto de que, en los últimos tiempos, comienza a ser su consultor permanente; no hacía nada sin que Burzaco tuviera participación. De hecho, el campeonato de treinta equipos y la Copa Argentina no se hubiesen podido hacer si Torneos no ponía la plata. También tuvo que comprar parte de Santa Mónica que, según se dice, y yo creo que es cierto, era de Grondona. Pero no le echaría toda la culpa a Burzaco. Torneos es una empresa en la que sus principales accionistas son DirecTV, Liberty y algunos otros más, ¿no sabían todo lo que estaba pasando? Ahí hay una culpa concurrente de un directorio que fue aprobando todo, la historia no empieza ni termina en él. Burzaco era el monje negro de la AFA. Los dirigentes saben muy bien que muchas de las últimas reuniones se hacían en Torneos.
—¿Cuando trabajaban juntos ya veía en él ese perfil?
—No, Burzaco no existía. Sí le veía ambición. Es un chico que tiene espíritu de barrabrava. Lo tuvo toda la vida.
—¿Qué actitudes tenía?
—En el directorio era más suave, por supuesto. Pero cuando yo proponía determinadas situaciones, como dividir nuestros negocios con Clarín, él decía que cualquier cosa menos sacar el fútbol. El, lo que quería, era tener poder en el fútbol. Hizo lo imposible para que yo me fuera de la sociedad, cosa que logró. Y se quedó con el manejo del fútbol. Y tuvo la suerte también de que Luis Nofal se muriera.
—¿Y ya tenía relación con Grondona?
—No, lo logra mucho después. Pero ya venía trabajando, evidentemente.
—¿Cómo logró que usted se fuera?
—Es una historia larga... Se dio una situación confusa con mi paquete accionario. Había puesto mi parte en garantía por un préstamo, que en lugar de renovarlo me lo ejecutaron. El hombre de confianza de toda mi vida nunca me avisó que había llegado el vencimiento.
—¿Y estaba la mano de Burzaco ahí atrás?
—Pienso que sí.
—¿Le sorprende que se lo vincule pagando sobornos?
—No, pero yo creo que es una relación que ha manejado con Julio. Habría que preguntárselo a Julio, que lamentablemente ya no está.
—¿Y de Grondona? ¿Le sorprende que quede ensuciado en un tema así?
—No, no me sorprende. Es más, hace tres años le hice una cámara oculta en la que denunció todo. El y Eduardo de Luca, el secretario general de la Conmebol.
—Pero desde que empezó su vínculo con Grondona, ¿hubo pedidos de sobornos?
—No. Ellos lo cuentan todo en la cámara oculta. Quién les pagaba... busquen los videos.
—Estando usted en el negocio, ¿se daban estas mismas situaciones en el resto del continente?
—Sí, era vox populi. Yo no tengo pruebas, pero estos señores de la Concacaf, Conmebol, Leoz, Figueredo, eran prácticamente empleados de mucha gente. ¿Cómo creés que vivieron tantos años y con muy poca gente manejando esos negocios?
—¿Empleados de quién?
—No sé, no tengo los nombres. Pero si mirás un poco todo, vas a ver.
—¿Puede surgir algo que involucre el pasado de Torneos en esta trama?
—No, Torneos no estaba ahí metido. En la Argentina, cuando se hizo el negocio más importante, que fue la televisión codificada, hubo prácticamente una licitación, donde estábamos nosotros y la gente de Dorna, una empresa española. Y ganamos nosotros. Fue un acuerdo en el que participó toda la AFA. Y es más, Julio ni participó. Ganamos porque ofrecimos más dinero.
—¿Cómo funciona el negocio para que algunas empresas estén dispuestas a pagar sobornos multimillonarios?
—Porque es un negocio muy grande. Derechos de televisación, de merchandising. Y date cuenta de que cuando vos hacés un torneo internacional, estás poniendo a un país en el mundo. ¿Eso políticamente cuánto vale?
—¿Uno no puede pensar que esto fue siempre así y que siempre hubo coimas vinculadas a los derechos de transmisión?
—No sé. Pero me imagino que en otros negocios también ocurre. El petróleo, la energía, ¿En cuántos negocios uno escucha que hay corrupción?
—¿Pero uno se puede sorprender de que sea algo nuevo, de los últimos años?
—No, lo que pasa es que estamos hablando de un producto que es altamente popular.