Cuarenta y tres años tuvieron que pasar para que CUBA, uno de los de más historia y más tradicionales de la URBA, pudiera volver a levantar el título. Un club que también lleva más de esos cuarenta y tres con varias ítems en su haber: la prohibición de asociar mujeres, la no admisión de publicidad (ni estática en el club ni, mucho menos, en la camiseta), y también la de ser también uno de los únicos que no cobra entrada para ir a ver los partidos. Puntos que se entienden retrógrados en lo que va del siglo XXI, no se condicen con lo que el equipo hace e hizo dentro de la cancha. Sobre todo ayer: venció a Hindú 11-9 y ganó el torneo de la URBA Copa DirecTV.
Mucho le debe este título a la humildad y al trabajo de un plantel capitaneado por Lucas Piña y liderado por Tomás de la Vega, Lucas Maguire, Lucas Ponce, Sebastián Médica y un pack de forwards joven e impetuoso, batallador y muy convencido de sus fortalezas y sabedor de sus debilidades, que durante cada partido del campeonato fue construyendo la ilusión de levantar la copa de la unión, esquiva en sus vitrinas desde 1970.
Potencia, habilidad, locura, intensidad, buena defensa, tackles ganadores… todos factores de un equipo que, basándose en estos aspectos, como hormiguitas laboriosas, se lleva una final que a priori lo tenía como el más vulnerable merced a la enorme experiencia de Hindú en estas lides –equipo que jamás en su historia había perdido una. Los de Don Torcuato, con la sapiencia de sus veteranos de muchas batallas, tuvieron en sus manos la posibilidad de manejar los tiempos del partido, de dominarlo en los primeros cuarenta minutos, de decidir en qué lugar de la cancha jugar y a qué velocidad hacerlo, imponiéndose –si tanta claridad, es cierto– en la lucha por la pelota.
CUBA no encontró, en esa primera mitad, la forma de entrarle a su rival. Pero pasó que Hindú, el que sabía jugar las finales, cometió dos errores garrafales: dos penales fáciles no los tradujo en puntos. Seis, para ser exactos, que le hubieran dado una diferencia interesante al término de la primera parte.
Pero en el complemento, el que quería cortar la racha sin títulos hizo todo por conseguirlo y su rival se cayó. Con más intensidad física y voluntad, se llevó por delante a Hindú, que empezó a sentir el rigor que le impuso su rival en todas las formaciones.
Y así, tras insistir e insistir, buscando como fuere la forma, CUBA consiguió con un penal postrero de Güemes la diferencia para dar vuelta el resultado a un minuto del final. Para volver a escribir la historia.
“Esto es una locura”
Matías Moroni, autor del único try del partido en la coronación de CUBA, admitió que la final de ayer fue complicada, pero reconoció que la ganaron merecidamente porque fueron más ambiciosos. “Siempre propusimos y aunque no se nos dieron los tries en el inicio, supimos aguantar los momentos de dominio de Hindú, que sacó ventajas por errores nuestros”, comentó el rugbier, y agregó: “Sabíamos que si mejorábamos en el segundo tiempo lo podíamos dar vuelta. Siempre quisimos jugar y al final ellos se equivocaron y se nos dio. Esto es una locura”.
Lucas Maguire, otra de las figuras en la tarde de San Isidro, se tomó un respiro del merecido festejo para analizar el partido: “En el primer tiempo salimos con todo y nos ahogamos. Por eso Hindú logró pasar al frente. Pero en la segunda mitad nos propusimos jugar en campo rival y lo logramos. Y así pudimos conseguir este triunfo que el club venía esperando desde hacía mucho tiempo”.