1 Cuestión de ánimo. Messi se tiñó el pelo, pero nada. Di María y Agüero cambiaron los números de camiseta, pero tampoco. El Fideo reconoció, incluso, que pensó en ir al psicólogo luego de la final perdida contra Chile en Estados Unidos. Los que dejaron claro el peso psicológico con el que cargan los jugadores fueron el Kun y Lionel Messi. “La cabeza, como a todos, te liquida. En la entrada en calor uno sentía eso”, aseguró Agüero tras la derrota contra Paraguay. “Hay que cambiar la cabeza y pensar en positivo para salir de esta situación de mierda, porque cuando no estás bien de la cabeza, las piernas no responden”, dijo Leo.
2 AFA. Que la Selección juegue mal no es culpa de la crisis que atraviesa la AFA, es cierto. Nadie puede discutirlo. Pero la crisis dirigencial sí incidió en un aspecto que puede ser clave: el entrenador. Gerardo Martino, que se fue con la Selección en zona de clasificación, renunció porque se hartó de la poca seriedad de sus interlocutores. Y los que aparecieron como principales reemplazantes –Sampaoli, Bielsa– descartaron rápido la posibilidad.
3 Bauza. Apresurémonos. Van apenas cinco partidos (dos perdidos, dos empatados y uno ganado), pero ante la gravedad de la situación, ya puede hacerse un diagnóstico de este ciclo: la Selección de Bauza, más allá de los resultados (que son malos), no tiene la identidad que siempre les imprimió el Patón a sus equipos. Es un híbrido. Ni defensiva ni ofensiva. Un equipo a mitad de camino.
4 Sin recambio. Esa falta de identidad, encima, se agudiza al ver más allá del equipo titular. Bauza no buscó alternativas que lo hagan salir de esta situación: convocó como novedad a Marcos Acuña y Fernando Belluschi, pero no los hizo jugar ni un minuto contra Brasil. Y tiene, además, otros jugadores que piden una oportunidad y están afuera, como Mauro Icardi, el goleador del Inter al que todavía no citó.
5 Los próximos pasados. Higuaín, Agüero y Di María –algunos suman en ese lote a Mascherano y Romero– son los apuntados en cada derrota. Hay una sensación de hartazgo con ellos por parte de muchos hinchas. Pareciera lógico: junto a Lionel Messi son los emblemas de una generación gastada, que llegó a tres finales –algo valiosísimo– pero no pudo levantar una copa.
6 Incómodos. La Selección es un equipo de remiendos. Enzo Pérez reconoció que hacía cuatro años que no jugaba por la banda, pero contra Brasil lo hizo por la derecha. Mascherano es líbero en Barcelona, pero volante central en Argentina. Messi también tiene otra posición en su equipo. A esto hay que sumarle que Romero y Funes Mori son suplentes en sus equipos, pero titulares en el conjunto de Bauza (y también en el de Martino).
7 Poco Messi. El crack rosarino faltó en tres de los cinco partidos del ciclo Bauza. Y ya lo sabemos: su ausencia es mucho más que una ausencia. Es quedarse sin el alma de un equipo que depende casi exclusivamente de lo que él hace en la cancha. Hasta el partido con Brasil, cada vez que Argentina tuvo a Messi en cancha por Eliminatorias, había logrado el 100% de los puntos. Sin Messi, el 33%.
8 Juventud rota. Es muy difícil que la selección mayor funcione si la estructura de las juveniles está en ruinas. El papelón en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro hizo replantear todo, al punto de que se llamó a una suerte de concurso para elegir al nuevo DT. Finalmente asumió Claudio Ubeda en la Sub 20, pese a que no había presentado su proyecto.
9 Sin escritorio. A la Selección, para colmo, la perjudicó la sanción de la FIFA a Bolivia, que le dio por perdido su partido contra Chile. Armando Pérez envió una carta argumentando que ninguno de los países cumplió con los tiempos de presentación. El efecto de su queja, al menos por ahora, fue nulo.
10 Demasiada ansiedad. Messi les pidió paciencia a los hinchas en San Juan. Sabe que los murmullos pueden intensificar los problemas de una selección nerviosa, y recordó los insultos en el partido contra Paraguay en Córdoba. “Se notaba que los hinchas al mínimo error nos puteaban. Y eso no ayuda”.