DEPORTES

Diego cree que Grondona "lo quiere limpiar"

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| CEDOC

Es una pelea larga. Que no empezó ayer ni terminará la semana que viene. Es, a esta altura, el combate de fondo en la vida de la Selección: Julio Grondona vs Diego Maradona. Segundos, afuera. El último episodio, ocurrido el jueves, lo ganó claramente el técnico; el próximo puede suceder en cualquier momento. Dos potencias (casi nunca) se saludan.

Cara a cara. El jueves, en el predio de Ezeiza, el presidente de la AFA y el DT se vieron después de quince días de distancia, los que pasaron entre la derrota en Paraguay y el regreso de Maradona de su internación en un spa italiano. Fue una visita anunciada; Grondona había intentado el contacto dos veces en ese lapso, sin éxito. Pero el jueves, cuando se encontraron cara a cara, el dirigente quiso hacer valer su condición de jefe. Le explicó por qué el partido contra Perú será en el estadio de River: la organización fue su principal argumento. A Diego no le gustó el cambio, que ya había sido oficializado por el Comité Ejecutivo el martes. “La cancha de River no es para la Selección”, replicó, aunque sabía que esa batalla estaba perdida.

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Pero ése era apenas un round de estudio. Los principales tenían que ver con las mentadas “imposiciones”, a las que Maradona se negó de modo tajante. Grondona le repitió en vivo lo que ya le había mandado a decir a través de Lemme, Mancuso y Bilardo: que debía trabajar en conjunto con el cuerpo técnico de Sergio Batista. Como respuesta, Diego miró al secretario técnico: “Carlos, vos no tenés ni que permitir que se hable de este tema”, le recriminó. Como sea, lo más probable es que en los entrenamientos previos a los choques contra Perú y Uruguay se sigan viendo en Ezeiza juveniles de Tristán Suárez, los sparrings elegidos por Maradona desde siempre. Y que Batista y sus chicos de la sub 17 permanezcan por su lado, a sólo 400 metros.

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