En lo que va del verano italiano, lleva gastados más de 200 millones de euros (aproximadamente 229 millones de dólares) en las incorporaciones de Andrea Bonucci, André Silva, Fabio Borini, Hakan Calhanoglu y los argentinos Lucas Biglia y Mateo Musacchio, más la renovación de contrato del joven arquero Gianluigi Donnarumma, que se vivió como si fuera una adquisición más. Sólo la frustrada llegada en la semana que acaba de terminar del español Alvaro Morata no permitió que los objetivos propuestos se cumplieran. De todas maneras, los rossoneri aún tienen tiempo y dinero para invertir en más refuerzos, como el gabonés Aubameyang, por el que ofertaron 60 millones de euros al Borussia Dortmund, o el volante ofensivo portugués Renato Sánches, aunque el Bayern Munich no estaría dispuesto a desprendersede él, según palabras del presidente de su junta directiva, el histórico Karl Heinz Rummenigge.
La llegada de Bonucci, símbolo de la Juve y la selección azzurra, es una muestra de este momento: por él se pagaron 42 millones de euros, que incluyen el costo del pase más la cláusula de rescisión. Además, según consignó La Gazzetta dello Sport, cobrará 7,5 millones de euros por temporada más los bonus, lo que lo convertirá en el jugador mejor pago de la Serie A.
“Estamos convencidos de que los hinchas volverán a sentirse orgullosos del equipo”, disparó Li, en la ciudad china de Guangzhou, donde el club italiano se encuentra de gira de pretemporada, y donde ayer vapuleó 4-0 nada más y nada menos que al Bayern Munich, dirigido por un histórico del club milanés, Carlo Ancelotti, por la Champions Cup, con dos tantos de una de las promesas juveniles, surgida del semillero, Patrick Cutrone.
La salida de la familia Berlusconi después de tres décadas posibilitó la llegada del consorcio chino liderado por Yonghong Li que, a través de la empresa Rossoneri Sport Investment Lux, completó en abril pasado la adquisición del 99,93% de las acciones del club, tras abonar la friolera de 740 millones de euros (788,5 millones de dólares), sin contabilizar una deuda de 220 millones de euros.
Los ambiciosos planes para los próximos tiempos contemplan la creación de un estadio propio para dejar de compartir el mítico San Siro con su clásico rival de la ciudad, el Inter, también necesitado de un golpe de efecto. Pero antes de ello, claro, los nuevos dueños necesitan exhibir buenos rendimientos coronados por resultados deportivos, esos que faltan en Milan desde hace años y que le posibilitarían volver al olimpo de los privilegiados y no ser un mero actor de reparto.