Vivir en la Villa 31 tiene mucho de azar. Ahí, en ese barrio de Retiro donde se hacinan 60 mil personas, muchas de las cuales ni siquiera tienen agua potable, sumarse a la lista de infectados por Covid-19 está en manos del destino. Y esta vez la fortuna no estuvo del lado de Stephanie Rea ni de Camila Godoy, las primeras jugadoras que fueron detectadas con coronavirus.
Stephanie es arquera de Excursionistas y Camila juega en la reserva de River. Pero como muchas de las futbolistas que viven en la Villa 31, formaron parte de La Nuestra, el equipo que hace más de diez años impulsó la ex jugadora y entrenadora Mónica Santino.
Es precisamente Santino quien sintetiza lo que significa vivir allí: “Estas chicas corrieron la suerte de cualquier otra persona de los barrios. La falta de agua potable viene de larga data y en este contexto estalló de la peor manera. La situación se desbordó por impericia, y hasta diría de abandono de persona, por parte del Gobierno de la Ciudad. Todo el barrio está en una situación calamitosa, y tanto Stefi como Cami son víctimas de eso”.
Pibas de La Nuestra. “Stefi no le tiene miedo a nada, es muy valiente y desfachatada. Le puede poner la cara a un pelotazo. Loca como toda arquera”, define Santino, y de Camila dice: “Es chiquita, insolente, pisadora. Muy habilidosa. La primera vez que la vi jugar me hizo acordar a Marcelo Trobbiani. La rompía”. De esa canchita en medio de la villa que construyeron entre todas las jugadoras, Stephanie y Camila saltaron al profesionalismo.
Las dos chicas tienen síntomas leves y están aisladas en los hoteles que destinó el Gobierno de la Ciudad para que las personas infectadas pasen la cuarentena. “Son jóvenes y deportistas, lo van a superar sin problemas”, se entusiasma Santino. Pero también señala que pasar por esos hoteles no es como hacer escala en un spa: “Con Stefi nos mandamos audios, y también hablo bastante con su hermana Silvina, y me contaron que cuando llegó al hotel estuvo bastante tiempo encerrada sin que la atendieran, y cuando le llevaron la comida, en el postre había una cucaracha”.
Como en el resto del país, en la Villa 31 la pelota también se paró. No hay entrenamientos, no hay charla pospartido, no hay ansiedad por la próxima fecha. El equipo de La Nuestra sigue a la espera, entre la abstinencia y la incertidumbre. “Este es un proceso que se sostiene en la cancha, en el encuentro, en el abrazo, y eso es lo que no tenemos y no vamos a tener por largo tiempo “finaliza Santino”. Para nosotras la falta de fútbol es un flagelo.”