Cada mañana, luego de desayunar, las hermanas Dayana Erica Johana y Leonela Rosa salen disparadas rumbo al Centro Deportivo Rafael Núñez para arrancar un nuevo día de entrenamiento arriba del ring. Pasión que mamaron de su padre, Hugo, un ex boxeador profesional que desde hace años entrena y prepara pugilistas en su gimnasio. “Mi viejo fue un gran boxeador profesional, y si bien desde hace un par de años ya no es nuestro entrenador, nos marcó a fuego tanto a Leonela como a mí. Si somos boxeadoras es gracias a él y también a mi vieja, Rosa, que es una luchadora de la vida”, dispara Dayana, la mayor de las Sánchez.
“A diferencia de mi hermana Leonela, que desde chiquitita decía que quería ser boxeadora, a mí el bichito por los guantes me picó recién a los 10 años, cuando mi papá me llevó a su gimnasio y apenas entré vi cómo un boxeador le estaba reventando la cara a piñas a otro. En ese momento, miré a los ojos a mi viejo y le dije que yo quería ser boxeadora. Casi se muere de un infarto. A mi vieja tampoco le gustó nada la idea, porque ellos querían que yo fuera modelo o maestra. Pero con el tiempo logré convencerlos y, por suerte, les gané la pelea más difícil e importante de todas las que me tocó protagonizar a lo largo de mi carrera”, agrega Dayana entre risas. La multicampeona nacional e internacional, al igual que su hermana –aunque en categorías diferentes: ella es categoría 60 kg, mientras que Leonela pelea en la de 54 kg–, acaba de ganar la medalla de oro en la Continental Cup, que se llevó a cabo recientemente en Honduras.
Pero no todo es alegría ni trofeos en sus vidas, ya que durante varios años vivieron en casas usurpadas y en la villa Los Alamos. Hasta que en 2010 el Ministerio de Desarrollo Social de Córdoba les otorgó una casa a medio construir en el barrio Juan Pablo Anexo, que gracias al esfuerzo de las hermanas y de su mamá hoy está prácticamente terminada y amoblada. “Todo lo que fuimos ganando en el boxeo con mi hermana lo invertimos en esta casa, que se la regalamos a mi mamá en agradecimiento por todo lo que hizo y hace por nosotras”, se emociona Dayana. A pesar de que sufre artrosis en las manos y del accidente que en 2013 le costó la rotura de los tendones del hombro, sigue dándole para adelante. “Es una luchadora de la vida”, se mete en la charla Leonela.
Orgullosas de su pasado y muy felices por el gran presente deportivo que están viviendo, reconocen que todavía tienen mucho por aprender para llegar a boxear profesionalmente. “Ganamos muchas peleas y medallas de oro y de bronce, pero sabemos que todavía tenemos mucho por aprender si queremos boxear profesionalmente. Los premios que ganamos con mi hermana son la mejor recompensa para todo el esfuerzo que ponemos día a día arriba y abajo del ring”, agrega Leonela, antes de deshacerse en elogios hacia su hermana mayor, guía y gran ídola. “No es porque sea mi hermana, pero Dayana es una boxeadora tremenda, es mi ídola y tiene un futuro enorme a nivel mundial. Yo tengo lo mío, pero ella es por lejos la mejor”, dice Leonela.