El infierno está encantador, pero para Racing, allí donde se llevó un triunfo en la casa del diablo que lo envalentona en su gran meta. ¿Habrá dado la gran prueba que necesitaba para encarar la recta final a paso firme y convertirse en el candidato excluyente a quedarse con la Superliga? la respuesta, claro, está en los cinco partidos que le quedan para cumplir con el objetivo, pero es incuestionable pasos como los de anoche inflan de ánimo y al mismo tiempo redoblan la presión en Defensa y Justicia, obligado a vencer a Boca esta tarde para seguirle el ritmo a La Academia en lo más alto.
Los primeros 45 fueron repartidos. El principio para Racing, el final enteramente del Rojo. Todo lo que pregona Coudet lo puso en práctica Racing en los primeros cinco minutos de partido: presión para anticipar, salida rápida, buena circulación y sorpresa por arriba. En ese lapso, Independiente asistía impávido a cómo la pelota circulaba lejos de sus dominios. De yapa, a la salida de un córner, Donatti saltó con Burdisso y el del Rojo desvió la pelota, que se metió en el arco de Campaña. Hasta que Gaibor, en el cierre de la etapa puso el merecido 1-1 tras un centro perfecto ejecutado por Verón.
Racing pegó desde el comienzo del complemento; literalmente, porque en cinco minutos se cargó de amarillas con Zaracho y Soto; y figuradamente, porque cuando menos lo merecía, Cvitanich madrugó a Franco en un lateral y al defensor no le quedó otra que cometerle penal que Licha López transformó en el 2-1.
Independiente fue por el empate como un torbellino, pero se olvidó del orden y la pausa. Pese a todo, tuvo dos chances claras en los pies de Benítez y de Cecilio Domínguez. Racing aguantó con más coraje que juego y en tiempo de descuento definió el clásico en los pies de Zaracho. Así, se terminó quedando con el premio mayor de un triunfo en el Libertadores. ¿Será la suerte del campeón?