Hay un crecimiento de denuncias por violencia de género hacia los futbolistas que se da en un contexto de ampliación de derechos hacia las mujeres y en el cual tuvo lugar también una ampliación de la categoría del concepto de violencia de género. Esto quiere decir que se corrieron los umbrales de aquello que la sociedad tolera como aceptable y ciertas prácticas que antes eran aceptadas o moralmente indiferentes ahora son calificadas como violentas.
En este contexto de cambios culturales y nuevas legislaciones, comienzan a aparecer nuevas demandas de la sociedad y muchos organismos fueron creando espacios dedicados a abordar estas problemáticas.
Los clubes de fútbol no fueron ajenos a este proceso. Desde 2017 vienen formando espacios para abordar las cuestiones de género desde las cuales crean e implementan protocolos de acción. Que los clubes tengan estos espacios no quiere decir que estén exentos de conflictos. Muchas veces parece que no se avanza, pero en definitiva sucede que, más allá de que muchos muestran su compromiso para erradicar la violencia de género, no todos entienden lo mismo por esa categoría.
La violencia tiene una categoría polisémica, con un campo de disputa entre diversos actores, y en los clubes de fútbol esta disputa se da entre las integrantes de los espacios de género, en su mayoría mujeres feministas; entre los dirigentes, que por lo general suelen ser varones sin perspectiva de género; entre los medios de comunicación, los hinchas y los socios que tienden a reproducir la idea del fútbol a partir de la cultura del aguante.
Entre estas tensiones se van disputando los sentidos en torno a la violencia de género. Pero que estos espacios existan es un gran avance porque permiten que cuando se realizan denuncias o aparecen situaciones de discriminación los clubes tienen herramientas para actuar rápidamente.
Estos protocolos, además de que posibilitan aplicar sanciones, también estipulan la obligatoriedad de la capacitación y la sensibilización en cuestiones de género a todos los miembros de la institución, instancias claves que les van a permitir a las dirigencias conocer y entender las violencias con motivo de género y visibilizarlas.
Las situaciones violentas no se dan más en el ámbito del fútbol que en otro. Ocurre que el fútbol tiene una gran presencia en nuestra sociedad y permite visibilizar este fenómeno. Acá hay una cuestión central: si bien me parece determinante visibilizar estos temas y que la sociedad los pueda debatir, la complejidad y los compromisos que tienen los clubes generan que muchas veces estos casos se utilicen para desprestigiar al club rival, o como en el caso de Salvio se enfoca en quién es la novia y se corre el eje de la violencia.
Hubo también en los últimos años un gran aprendizaje en el modo de abordar estos temas: durante mucho tiempo la violencia era pensada como una situación del ámbito privado. En casos anteriores hemos escuchado a dirigentes decir, por ejemplo, “los problemas que tiene un jugador en su casa quedan en su casa y el club no debe intervenir”. Esto ya no es así: aquello que antes estaba caracterizado como privado comienza a ser problematizado desde lo público. Sabemos que las casas son los ámbitos donde ocurre la mayoría de los casos de violencia de género, pero cuando estos episodios son comunes a muchas mujeres de una sociedad no puede ser pensado como un tema privado.
*Socióloga, especialista en género y deporte.