Y pensar que todavía hay hinchas de River convencidos de que el último superclásico lo ganaron entre Higuain y Belluschi, o que lo perdieron entre Bobadilla y Silvestre. Pero por favor... Ya pasó el tiempo suficiente como para estudiar el partido en frío, lejos del orgullo triunfalista y del análisis inspirado en la derrota. Y es, en definitiva, el momento de aclarar ciertas cuestiones, de darles a los verdaderos protagonistas el lugar que se merecen. Digámoslo de una buena vez: el último River-Boca, el 3-1, el partido que le dio aire a Passarella y sembró dudas en torno a La Volpe, lo ganó Calula. ¿Quién? ¿Y ése de qué juega? De nada: Calula es un gnomo, un duende, un amuleto que se clavó todo el partido en el banco de suplentes Millonario y desde ese lugar privilegiado hizo su trabajo.
Se sabe: cuando la presión es insostenible, cuando la necesidad aprieta, se suele apelar a extraños poderes que nadie sabe bien de dónde vienen. Y ahí entran en juego maleficios, rituales y hechizos. A días de la ya tradicional celebración de Halloween, algo así como “Día de Brujas”, se impone decir que el fútbol también tiene sus noches de brujas. Porque la historia del deporte más lindo del mundo está plagada de partidos en los que las fuerzas ocultas también entraron a la cancha. Y muchas veces, hasta ganaron. Aquí van algunas de ellas.
Un brujo para el Diablo. Independiente estuvo sin poder ganarle a Racing entre el ‘83 y el ‘94. Fueron once años de frustraciones para el Rojo: con goles sobre la hora, en contra o sin merecimientos, la cuestión era que la Academia siempre ganaba o empataba los clásicos.
En agosto del ´94, Independiente ganó el Clausura con aquel equipo que dirigía Miguel Brindisi. Un mes después de la vuelta olímpica, tenía que ir al Cilindro para enfrentar a Racing. El plantel del Rojo venía embalado, ganaba, gustaba y goleaba, pero los once años pesaban. Entonces, fueron a lo seguro: los dirigentes contrataron a un brujo para que echara un vistazo en la Doble Visera de Cemento. El hombre recorrió el estadio y descubrió que había extraños objetos enterrados detrás del arco que da a la tribuna visitante y, además, captó energías negativas en el foso de agua que rodea el césped. Desenterró los objetos e hizo vaciar el foso. El clásico se jugó un par de días después: Independiente ganó 2-0.
Exorcismo en Racing. Daniel Lalín no sabía de qué disfrazarse. Se puso la pilcha de presidente, se disfrazó de inversor, probó con la motivación, pero no había caso: Racing no le ganaba a nadie. La única que le quedaba, entonces, era buscar una solución en el “más allá”. Y el pelado lo intentó: armó una misa para exorcizar al estadio Juan Domingo Perón y expulsar la mala onda. La cancha se llenó de fieles con ropas blancas, antorchas, un cura, un altar. El episodio ocurrió en 1998, y hacía 32 años que la Academia no salía campeón. Tres años después, quiebra y gerenciamiento mediante, Racing pudo dar la vuelta. ¡Y pensar que el monumento se lo hicieron a Mostaza!
El que las hace las paga. ¡Las oportunidades que perdió Quilmes para ascender a Primera a fines de los 90! Chance que tenía, la desperdiciaba. Y claro, entonces hubo quien buscó a los responsables de esas frustraciones entre los jugadores, el cuerpo técnico o la fatalidad. Pero, en realidad, la culpa era de la bruja. En Quilmes se dieron cuenta tarde, pero la culpa era de la bruja.
Sucedió que en 1994 la campaña de Quilmes en el ascenso era tan floja que contrataron a una bruja para que hiciera un trabajito y los beneficiara, pero como no le pagaron, la mujer les echó una maldición. Unos cuantos años después, un dirigente se acordó del episodio y fueron a buscarla para abonarle la vieja deuda. Pero había muerto. Quilmes ascendió, es cierto, pero nueve años después de la “maldición”.
Los tres penales de Palermo. Hace unos meses apareció un brujo paraguayo que se hizo cargo de una goleada por la Copa Libertadores: el 5-1 del Atlético Nacional, de Colombia, sobre Cerro Porteño, de Paraguay. El hombre, que se hace llamar Kumanchú, dijo que cobró 400 dólares por el trabajo y no tuvo reparos en perjudicar a un equipo de su país: todo un profesional.
Pero, además, Kumanchú aseguró que no fue la única vez que benefició a un plantel colombiano. Dijo que en 1999 intervino en el partido que la Selección su país le ganó 3-0 en la Copa América a la de Argentina dirigida por Marcelo Bielsa. Fue la histórica noche en que Palermo falló los tres penales. Ahora que Kumanchú se decidió a contar la verdad, se sabe por qué los erró.
Ahora, Estudiantes. Gimnasia venía prendido en el torneo pasado y ese tipo de situaciones, se sabe, preocupa y mucho a la mitad pincha de La Plata. Un periodista que tiene una audición partidaria de Estudiantes apeló a las fuerzas ocultas: logró infiltrarse en la cancha de Gimnasia y enterró dos dientes de ajo detrás de cada arco. ¿El resultado? El Lobo sumó otra frustración a su anhelo de campeón.
Ahora es el propio DT de Estudiantes, el “Cholo” Simeone, el que manda a sus colaboradores para que antes de cada partido tiren sobre el césped una extraña tierrita. Y no le va nada mal.
Rigor. Para los incrédulos, los agnósticos, para los escépticos, ateos y desilusionados, no intenten ningunear la verdad. Porque para tratar ciertos temas hay que ser serios. Digamos, entonces, las cosas como son: el resultado del superclásico fue Calula 3-La bruja de La Volpe 1.