“Es mi mejor año en lo personal y deportivo”. La frase le pertenece a Nicolás Lauría, un basquetbolista de 23 años que vive un presente fabuloso: además de jugar en uno de los mejores equipos del país, integrar el preseleccionado argentino y ser figura excluyente del segundo juego de semifinales ante Libertad, pudo establecer contacto con su progenitor, Zachary Cooper, quien justamente fuera jugador de Peñarol a fines de los ochenta.