Tres partidos ganados, doce empatados y ocho perdidos en 23 encuentros. Ese, es el pobre currículum que ostenta Diego Armando Maradona, el próximo entrenador de la Selección argentina, como técnico en su carrera.
La suspensión por 15 meses que le impuso la FIFA en el Mundial de 1994 por doping le impedía a Diego desempeñarse como jugador de fútbol, pero no como entrenador. Fue así que en ese mismo año llegó a un acuerdo con el club Mandiyú de Corrientes (hoy, Textil Mandiyú) para hacerse cargo, junto a su amigo Carlos Fren, de la dirección técnica.
Su debut como DT no fue el más auspicioso. El 3 de octubre caía contra Rosario Central por 2-1, partido que Maradona debió dirigir desde la platea por no tener la habilitación correspondiente.
Luego de dos meses de trabajo y sucesivas peleas con la dirigencia, Maradona renunció el 6 de diciembre, poniendo fin a una penosa campaña. Doce partidos disputó con el buzo de entrenador: un triunfo, seis empates y cinco derrotas. El equipo correntino terminó ese Apertura 94 penúltimo y al finalizar la temporada descendió al Nacional B.
Tras la salida de Mandiyú, a Diego le llega la posibilidad de dirigir a uno de los clubes más grandes del fútbol argentino: Racing Club. Otra vez, volvería a hacer dupla técnica con Fren.
La campaña al frente de la Academia tampoco fue buena. Sólo cosecho dos victorias en once partidos, empatando seis y perdiendo los tres restantes. Eso sí, uno de esos triunfos con los de Avellaneda fue frente a Boca en La Bombonera, donde Racing no ganaba desde 1975.
Al igual que en Mandiyú, su estadía como entrenador fue corta. Cuatro meses más tarde de haber asumido, renunció al cargo. En ese campeonato, la Academia terminó sexto en la tabla de posiciones.
Su campaña en total como entrenador marca que obtuvo apenas el 39 por ciento de los puntos en juego. Como técnico de la Selección seguramente tendrá más partidos para disputar y demostrar por qué Grondona confía en él para sentarse en el banco de suplentes más pesado.