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Gallardo, un entrenador que deja como herencia mucho más que copas

Marcelo Gallardo estuvo el 45 por ciento de su vida vinculado a River. La cuenta la hizo el periodista Diego Borinsky, biógrafo del Muñeco, y la volcó en uno de los dos libros que le dedicó, “Gallardo Recargado”. Para Borinsky, la grandeza del DT va mucho más allá de los títulos que logró con el Millonario. “Es su carisma, su forma de ser, su espontaneidad, su dedicación”, detalla. Y sostiene una premisa que atraviesa todo el libro: como Gallardo no habrá otro igual.

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| Juan Salatino

Después de mantener conversaciones con el personaje central de esta obra durante tres años, que se suman al año y medio del libro anterior, e indagar con gente que trabaja a su alrededor, y observarlo en diferentes circunstancias y ámbitos, para tratar de entender –y luego contar– los secretos de una época irrepetible en la historia del club, me pregunto: ¿qué es Marcelo Gallardo para River Plate?, ¿es el estratega genial capaz de saber qué va a suceder en un partido antes de que suceda?, ¿o el que ganó más títulos en menor cantidad de tiempo que nadie en 118 años?, ¿es el que impulsó las reformas de Ezeiza o el que aniquiló el estigma Boca? ¿Es el que se reúne mensualmente con los entrenadores del semillero para sembrar algo que nunca llegará a cosechar o el que ganó la final más importante de la historia? ¿Es el que se va de Ezeiza diez o doce horas después de haber llegado o el que forma grupos de jugadores que después terminan vacacionando juntos? ¿Es el fantasma que Boca implora que se vaya de una vez por todas a dirigir a donde sea, o el DT que en todos y cada uno de los partidos disputados en el Monumental, desde que lo hizo por primera vez en 2014 ante Rosario Central, recibe la ovación más grande de todas? ¿Es el que le dio al equipo una personalidad de hierro para plantarse en territorios hostiles, como casi nunca había ocurrido o el entrenador elogiado por sus colegas a diario y cada vez más frecuentemente? ¿Es el hombre que aprieta y exige a fondo o el que empatiza con el jugador como ningún otro? ¿Es el que va a la villa a darles a los chicos una charla sobre valores como si fuera uno más de ellos o el que ha sabido instalar en sus futbolistas un sentido de pertenencia como no se había visto nunca antes? Muy fácil. Todas esas preguntas se responden de la misma manera: sí y sí.

Gallardo hace tiempo se sentó a la mesa de los más trascendentes, de eso no hay dudas, junto a José María Minella, Ángel Labruna, el Bambino Veira y Ramón Díaz. Lo desmenucé en una nota de enero de 2017 que fue tapa de El Gráfico con el título “Va por más” y su imagen con el brazo levantado saludando a la gente. En los números, se sabe, está primero a la par de Ramón: nueve títulos cada uno, y con chances de mirar solito a todos desde arriba conquistando un trofeo más. Hay una diferencia. Ramón los ganó en siete años, sumando sus tres mandatos, y el Muñeco los logró en cuatro años y medio. Y si la estadística es más amplia y abarca la etapa como jugador, el Muñeco ya pica en punta, pero esta vez en solitario, ya que acumula 17 títulos en River (ocho como jugador y nueve como DT), superando a Labruna (nueve y seis) y a Ramón (cinco y nueve). Luego, si se analiza la calidad de los títulos, ya se ha escrito que Gallardo es el único en la historia de River que ganó la Copa Libertadores como jugador y como DT. Y también es el único en ganarla dos veces como DT.

Gallardo es un emblema de toda la comunidad riverplatense. Es la bandera. Por lo que consiguió como entrenador, pero también por su manera de expresarse en las conferencias, por su comportamiento, por su sonrisa natural y genuina cada vez que entra en contacto con la gente, por los mensajes que transmite cada vez que habla. Es algo que nace en los títulos –porque tampoco seremos tan hipócritas de minimizar el valor de los éxitos–, pero que va mucho más allá de los títulos. Es su carisma, su forma de ser, su espontaneidad, su dedicación. Si a cualquier hincha de River le preguntaran quién le gustaría que lo representara, quién querría que fuera la cara de ese sentimiento en un campeonato de identidad entre todos los clubes del mundo, no tengo dudas de que más del 90 o 95% respondería: el Muñeco.

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¿Alguien conoce más a fondo el club que Marcelo Gallardo? Cuando me puse a hacer las cuentas de qué porcentaje de su vida había estado vinculado a River (45%) y se lo mandé por whatsapp, la cifra me sorprendió a mí mismo. Se besan tantas camisetas, se versea tanto sobre el amor a un club a la hora de declarar, es tan grande la hipocresía en este ambiente, que encontrar un caso como el de Gallardo es una auténtica rareza. Se formó en el club, fue el último en irse de su camada y lo hizo seis años después de su debut (1999-2003), estuvo cuatro años en Mónaco, y cuando vio que la cosa no andaba, no se fue a facturar a ninguna liga emergente, sino que decidió volver a River. A los 27 años. Se hubiera retirado en el club, pero le abrieron la puerta de salida y le dieron un empujoncito. A pesar de ese mazazo, otra vez volvió cuando vio la oportunidad.

Pensar que alguna vez anunciará que dejará de ser entrenador de River genera nostalgia anticipada. Más allá de la tristeza y la angustia por su partida, que algún día ocurrirá, porque “nada dura para siempre”, como lo expresó el mismo Gallardo a fines de 2018, el hincha al menos, deberá confiar en el criterio de su DT todopoderoso. Cuando tome esa decisión será porque es la mejor para él y para el club. Costará asumirlo, pero será así.

La historia del club continuará, miles y miles de chicos seguirán eligiendo estos colores, festejando victorias, sufriendo derrotas, deslumbrándose con nuevos cracks, ilusionándose con nuevos procesos. Como dice la canción: “Los técnicos se van, los jugadores pasarán...”. Pasarán, es cierto, pero como Marcelo Gallardo no habrá otro igual.

◆ Título: Gallardo recargado
◆ Autor: Diego Borinsky
◆ Género: Biografía
◆ Año: 2019
◆ Páginas: 576
◆ Editorial: Aguilar