Gonzalo Tellechea corre. Y nada. Y pedalea. Más lejos que ningún otro. Llevando sus esfuerzos casi hasta el límite de las capacidades humanas y superando obstáculos que harían claudicar a los más temerarios. Venciendo a la fatiga, al desánimo y a la desesperanza. Ganándole a esa sensación tan particular que nos asalta cuando sospechamos que todo está perdido. Y sigue corriendo. Y nadando. Y pedaleando.