La mayor eficacia que mostró a lo largo de los 80 minutos, el gran oportunismo de sus jugadores para resolver situaciones favorables, el criterio de su experimentada pareja de medios y la actitud de su tercera línea para frenar a un pack más potente, le permitieron ayer a Hindú vencer a Alumni por 20 a 5 y coronarse por tercera vez como campeón del rugby de Buenos Aires, en una final vibrante, disputada en la cancha del club Newman ante 11.000 espectadores.
Francisco Díaz Bonilla, en dos ocasiones, y Juan Ignacio Gauthier anotaron los tres tries del equipo de Don Torcuato, que repitió los éxitos conseguidos ante los de Tortuguitas en la final del Nacional de clubes 96 y 2001.
Dentro de un primer tiempo opaco, en el que abundaron las patadas tácticas y las imprecisiones, Hindú fue más eficaz para resolver sus situaciones favorables frente a un Alumni que se mostró muy nervioso, falló al ejecutar kicks posicionales y que equivocó el camino cuando tuvo la pelota en su poder.
Un penal de Juan de la Cruz Fernández Miranda abrió el camino para los conducidos por Patricio Noriega, que luego ampliarían la ventaja con un muy buen try de Gauthier, surgido de un line ganado por Solano y una posterior apertura hacia la franja izquierda de la cancha.
En esa etapa Alumni falló completamente en la hilera, perdiendo el dominio de la pelota y facilitándole la tarea a su adversario.
En la parte complementaria Alumni metió a Hindú dentro de sus 25 yardas durante los primeros 10 minutos y tuvo tres chances claras para marcar. Pero un par de errores de manejo y una grosera inconducta de Juan Pablo Bianchi le impidieron lograr el descuento.
Para colmo de males sobre los 16 minutos Azpiroz abrió una pelota en ataque y la misma fue capturada por Francisco Díaz Bonilla, quien libre de obstáculos se tendió hacia el ingoal albirrojo para marcar un 15-0 lapidario.
El descuento, logrado por Miguel de Achaval, le puso algo de emoción al final del partido, pero un nuevo error, en este caso de Santiago van der Ghote, le permitió a Díaz Bonilla marcar el último try del partido y darle a Hindú el tercer título de su historia.
Un triunfo plenamente justificado para el equipo que más puntos había obtenido en la segunda etapa del torneo y que en la ocasión salió a jugar con la actitud que necesita tener todo campeón. Tuvo tacle en su juvenil tercera línea -muy buen partido de Marcos Liberato- y en el centro de la cancha, donde Hernán Senillosa, fue una fiera.
Y además contó con dos medios experimentados como los hermanos Juan y Nicolás Fernández Miranda, quienes supieron guiar a su equipo al objetivo fijado a principios de año, ese que Hindú venía buscando desde hacía 8 años.