Independiente dominó la mayor parte del torneo de 1932 y se quedó sin el título en las últimas dos fechas, al caer ante River y Racing.
El Rojo se vio disminuido en las últimas siete fechas al no poder contar con sus dos figuras, Seoane y Ravaschino, lesionados en un partido ante Quilmes.
Con el tiempo se supo que River, en el primer caso emblemático de incentivación en el profesionalismo (que se había oficializado un año antes, en 1931), había “premiado” con una importante suma de dinero al Cervecero por su triunfo sobre Independiente. Y más: el defensor Adolfo Rodríguez recibió un pago extra por haber dejado fuera de competencia a los delanteros rojos. Así River obtuvo su primer campeonato en la era rentada. Independiente tuvo que esperar hasta 1938.
En 1949, la AFA cambió tres veces el reglamento del torneo y había resuelto anular el descenso en caso de que Boca o Huracán terminaran últimos. Unos días después, Boca fue penúltimo con un punto más que Huracán y Lanús, que se vieron obligados a un desempate a dos partidos. Huracán ganó el primero 1 a 0 y el segundo fue para Lanús por 4 a 1. La historia debía definirse en un tercer partido que finalmente se suspendió cuando iba 3 a 3 a cinco minutos del final. ¿La razón? Huracán, en protesta por un gol anulado, se retiró de la cancha. La AFA, incumpliendo el reglamento, no le dio por perdido el encuentro al Globo y dispuso un cuarto partido, que también fue suspendido cuando Huracán ganaba 3 a 2 a raíz de una protesta de los jugadores de Lanús, finalmente condenado al descenso.
En el Metropolitano de 1971, Banfield era acechado por el descenso e intentó sobornar a Alfredo Ortiz, defensor de Ferro que mantenía una relación comercial con Daniel Sziernuck, allegado a la dirigencia del Taladro y quien ofició como intermediario. La maniobra fue descubierta antes de consumarse. Y si bien Banfield logró mantener la categoría en ese torneo, a raíz de la investigación posterior la AFA sancionó a Banfield con la pérdida de todos los puntos en el torneo siguiente y lo condenó irremediablemente al descenso, además de inhabilitar a su presidente, Carlos Soler.
Lo increíble: un intento de soborno producido 28 años antes, y con los mismos equipos como protagonistas, le había costado la suspensión de por vida a Florencio Sola, mandamás del club del Sur.
River y Argentinos Juniors protagonizaron dos episodios llenos de suspicacias con apenas cuatro años de diferencia. El primero fue en el Apertura 1993, cuando un empate les alcanzaba a los de Núñez para consagrarse y el uruguayo Gabriel Cedrés, figura del Bicho y cuya venta a River se había anunciado días antes, se perdió un gol de forma increíble y no hizo más que alimentar la polémica.
El partido terminó 1 a 1 y hubo fiesta en el Monumental. Luego, el Apertura 1997 ofreció el mismo escenario: a River le alcanzaba con empatar para ser campeón. Polo Quinteros y Pablo Gómez (fallecido cuatro años después en un accidente de tránsito en México), atacantes de Argentinos, fueron reemplazados cuando quedaba mucho por jugar. Fue 1 a 1, otra vez. Y la duda quedó para siempre.
San Lorenzo, Boca y Tigre habían registrado un empate en puntos en el primer puesto del Apertura 2008 y la diferencia de gol favorecía a los de Boedo.
Pero el título se resolvió en un triangular con reglas muy extrañas: San Lorenzo, que le ganó 2 a 1 a Tigre en el primer cruce, fue obligado a dirimir su segundo partido tres días después, cuando en todas las definiciones de este tipo el vencedor del primer encuentro siempre juega el tercero y decisivo. Los dirigentes y el cuerpo técnico reclamaron, pero no hubo caso.
El rival fue Boca, que desde el vamos ya tenía reservado el beneficio de jugar los últimos dos. El equipo de Carlos Ischia superó 3 a 1 al Ciclón y luego perdió 1 a 0 ante Tigre. Y esta vez, ante otro empate en puntos, sí valió la diferencia de gol y Boca fue el campeón.