Hace lo que se le antoja con la pelota. Es cierto, no puede decirse precisamente que tenga el don del pase. Lo suyo es la gambeta, la acción individual. Y sorprende ver a un puñado de rivales encima suyo tratando en vano de sacarle la redonda. Según el diario español Marca, el niño prodigio del fútbol tiene nueve años y es japonés.