Estaba furioso. Se notó cuando terminó el partido y la transmisión le hizo un primerísimo primer plano. Y se notó después: en los últimos minutos de ese miércoles, el jueves y sobre todo el viernes. A Daniel Angelici la furia aún le dura. Y ayer lo dejó evidenciado ante todo el plantel y el cuerpo técnico de Boca. El presidente llegó a Casa Amarilla a las 11 y les reprochó la actuación contra River en Mendoza, por la final de la Supercopa.
“Jugaron como un partido de verano. No se dieron cuenta de que era una final. Boca no puede dar esa imagen. Quedaron en la historia negra del club”, les recriminó –con tono de patrón de estancia– a los jugadores. Pero no se quedó ahí. Lejos de cierto sigilo con el que actúa en ámbitos judiciales o dentro del edificio de la AFA, el presidente de Boca se desató y hasta reconoció que evaluó –o evalúa– rescindir contratos. “No me va a temblar el pulso para echar a alguno de ustedes –remarcó–. No vine ayer porque si venía, no sé quiénes quedaban en el plantel”. Los jugadores y el técnico hicieron mutis por el foro. Nadie le respondió.
PERFIL habló con varios dirigentes de Boca y todos coincidieron en que Angelici está “sacado” por la actitud del equipo. Ni por el dinero perdido, ni por la derrota en sí, ni por el torneo. Por el modo en que perdió. “Dice que Boca no puede dar esta imagen de equipo resignado, cuando en toda su historia se caracterizó por todo lo contrario”, le confió un importante directivo a este diario.
Lo que viene. Angelici ya tomó una decisión: terminar con algunas concesiones y privilegios en el plantel. “Ahora tienen que viajar todos y traer los tres puntos el domingo de Tucumán y ganar la Superliga y la Copa Libertadores, para devolverles una alegría a los hinchas”, les dijo ayer. Y si bien había minimizado los reclamos de Guillermo el martes pasado, por la demora de tres horas en la salida del avión que llevó al plantel a Mendoza (“los aviones se retrasan, suele pasar”), ayer dejó una frase que recordó esa situación y otras vividas en el último tiempo: “Estoy harto de las quejas”.
Después de su monólogo, el Tano tuvo una charla a solas con Carlos Tevez y otra con Guillermo Barros Schelotto. Hay rispideces, sobre todo con el entrenador, pero propias de esta caída que enfureció al presidente. Nadie sabe hasta cuándo le durará esa furia.