DEPORTES
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La hora de abrir el juego y pensar en 2014

El dobles de los checos liquidó la semifinal con autoridad, y Argentina ya debe enfocarse en los asuntos pendientes: la vuelta de Del Potro y la continuidad del capitán.

Abrazos, saludos y lamentos. Stepanek y Berdych celebran con su público, en Praga. Berlocq y Zeballos estuvieron lejos.
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No me imagino ni a la prensa ni a la opinión pública argentina buscándole demasiadas vueltas a la victoria del seleccionado de fútbol ante el de Paraguay, el martes último. Messi, Gago, Agüero, Di María... Apenas un puñado de nombres –más el consabido listado de ausentes ocasionales encabezado por Mascherano e Higuain– bastan para explicar el asunto sin vueltas: somos mejores que los paraguayos y, como tales, lo menos que nos merecemos es golearlos.

Este tipo de análisis contundente, y de corto recorrido, es lo que mejor tenemos a mano para explicar triunfos. Y es el que más lejos nos queda a la hora de explicar derrotas.

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Al 3 a 0 elocuente de los checos en las semifinales de la Copa Davis –9 a 1 si vamos al acumulado de sets– le buscamos las vueltas necesarias, como si el país entero fuese a modificar su fin de semana si le suavizásemos la noticia. Una vez más, nos cuesta entender que ningún triunfo tendría el sabor que tiene si no existiese la posibilidad de una derrota a la vuelta de la esquina. O a un océano y medio de distancia. Y más nos cuesta aun que perder sea, ni más ni menos, que la lógica consecuencia de enfrentarse con un rival superior.

Este equipo checo no es distinto al que nos ganó hace un año. En Buenos Aires, con nuestra cancha, nuestras pelotas, nuestro público y con Del Potro disponible a día viernes. No sólo no es distinto en nombres, sino que probablemente haya llegado a Praga en mejor forma que hace 12 meses. Con Berdych afianzado en la lista de espera para pegar el salto que lo acerque a Ferrer y a Murray y con Stepanek recién llegado de Nueva York, donde ganó, justamente, la prueba de dobles.

Como no se trata ni de Nadal ni de Djokovic, sino de jugadores a los que hemos visto perder con varios de nuestros mejores jugadores –excepción hecha de quienes estuvieron en Praga que, en caso de haber enfrentado ya a los locales, arrastran un historial adverso–, vivimos con la sensación de que, por ahí, se les puede ganar. Berdych tiene sus lagunas, claro. Y Stepanek está recorriendo sus últimos años de circuito. Pero uno es el cinco del mundo en singles y el otro el cinco del mundo en dobles. Y acaban de ganar la Davis. Y sus fisuras son las de talentos de súper élite. Juegan bien y juegan lindo. A la larga, son algo así como la paradoja de la vulnerabilidad de los, finalmente, invulnerables.

En un contexto semejante y en honor al concepto del principio, no hay que detenerse demasiado en lo que pasó con el dobles de ayer. Apenas el detalle de casi dos sets iniciales bien jugados por Zeballos, que comenzó a decaer justo cuando levantó un poco Berlocq. Pero no fueron ellos los protagonistas del partido. Los dueños de la obra estuvieron siempre del otro lado de la red. Marcar las distancias entre ambas parejas, insistir en el bajón final del marplatense o en las limitaciones de Carlos para afrontar un dobles de semejante exigencia es fastidiar gratuitamente. No hubo equivalencias y punto.

Además, sería un injusto final de año copero para dos hombres decisivos en esta muy buena temporada de Davis. Berlocq con su aporte decisivo ante Kohlschreiber y ante Simon, y Zeballos brillando en gran parte de los dobles que le tocó jugar ante alemanes y franceses.

Dada vuelta la página, es imperioso empezar a hablar ya mismo del año próximo. Es probable que, tras el sorteo de esta semana, sepamos que, aun siendo cabezas de serie, tengamos más rivales fuera de casa que dentro de ella en 2014. Las probabilidades de que eso pase, inclusive en la primera rueda, no son pocas. Y una nación tenísticamente tan poderosa no debería correr el riesgo de afrontar un repechaje innecesariamente.

Dicho en otras palabras, mas allá de lo que decida y pueda hacer con su carrera Nalbandian, es fundamental sumar a Del Potro al proyecto. Si es que lo hubiese, claro.

Jaite y Zabaleta tienen contrato hasta fines de 2014 pero suelen decir que ellos van año a año. Lo que se diga respecto del impedimento que cualquier integrante del grupo represente para el regreso de Del Potro podrá ser desmentido por las partes: nadie ha dicho nada públicamente al respecto en todo este tiempo. A la mesa le queda una pata fundamental para entrar en acción: la dirigencia.

Es un momento ideal para abrir el juego con cada una de las piezas que se considere parte del asunto y poner las cosas en claro. Ver quién quiere estar y quién no. Y que no queden dudas del porqué.

Nadie está obligado a jugar la Davis, ni no jugarla representa traición a la patria. Pero lo aconsejable, o al menos lo más sano, es hacerse cargo con claridad de las decisiones. Y si no lo hacen los protagonistas, deberían hacerlo los dirigentes. Aunque haya que asumir uno de esos famosos costos políticos.

Para como se vienen dando las cosas, es ingrato asumirlo, pero todos los caminos conducen a Del Potro. Es parecido a tirarle toda la presión de las decisiones a una sola persona. Pero, por otro lado, es la mejor forma de explicar lo que Juan Martín representa para el tenis argentino hoy, que la maravillosa Legión es claramente asunto del pasado.


*Desde Praga.