El 27 de abril de 2012, cuando la dirigencia del Barcelona lo nombró entrenador del equipo en reemplazo de su amigo Josep Guardiola, Francesc “Tito” Vilanova relativizó los desafíos que tenía por delante: “Después de aquello, esto es un juego de niños”. Aludía al tumor en la glándula parótida que lo aquejaba desde noviembre de 2011. Apenas un año más tarde, el presidente del Barcelona, Sandro Rosell, anunció ayer en una conferencia de prensa (es un decir, porque no hubo preguntas) que Vilanova, de 44 años, había renunciado a su cargo. No lo dijo, pero sería por una recaída en su enfermedad.
“Comparezco para comunicarles una noticia que nunca en la vida me hubiera gustado ni querido dar. Después de evaluar los resultados de las pruebas rutinarias de seguimiento realizadas esta semana a Tito Vilanova, se ha presentado la opción de poder realizar un tratamiento para seguir controlando su enfermedad, que le hará incompatible poder desarrollar la responsabilidad de ser el entrenador del primer equipo a partir de ahora”, explicó Rosell en una sala de prensa en la que estaban presentes, además de periodistas, los futbolistas del club, con Lionel Messi en primera fila. A Messi lo une a Vilanova una relación que se remonta a 2001, cuando él jugaba en el Cadete B del Barça y Tito hacía su debut como entrenador con ese equipo.
Por la mañana, el equipo se había entrenado como si nada (lógico: la noticia recién se filtraría por la tarde a través de los diarios catalanes Sport y Mundo Deportivo). Incluso, el club había anunciado que Vilanova iba a dar la lista de jugadores que iban a viajar a Gdansk, Polonia, para el partido amistoso –el primero de esta pretemporada– ante el Lechia. Pero Rosell convocó a una conferencia de prensa y comunicó, además del alejamiento de Vilanova, que Andoni Zubizarreta, director deportivo del club, anunciaría al reemplazante “a comienzos de la semana que viene”.
Apenas un mes y medio atrás, Vilanova había confiado: “Lo puedo decir más alto, pero no más claro: seguiré entrenando al Barça. Los médicos me han dicho que tire para adelante y yo hago eso, tiro para adelante”.
En definitiva, Vilanova deja al Barça después de una temporada al frente del equipo. En ella, consiguió la Liga, con cien puntos, marca histórica.
Amigos-enemigos. A mitad de semana, Vilanova había caído, cual paracaidista, en medio de los disparos a la distancia entre Guardiola y la dirigencia del Barça. El entrenador del Bayern Munich explotó cuando un periodista argentino, Matías Manna (autor del blog y del libro Paradigma Guardiola) le preguntó por la acusación por parte de la dirigencia del Barça de que él había intentado impedir la llegada de Neymar a ese club. “Me fui a 6 mil kilómetros (por su estadía de un año en Nueva York) y pedí al presidente que me dejara tranquilo. Pero no lo he conseguido. No ha cumplido su palabra. Utilizar la enfermedad de Tito para hacerme daño, eso no lo olvidaré nunca. A Tito lo he visto en Nueva York, y si no lo he visto más, es porque no ha sido posible, pero no por mi parte”, dijo Guardiola.
Pero el mismísimo Vilanova lo desmintió al día siguiente: “Cuando estuve más de dos meses en Nueva York (allí realizó parte de su tratamiento contra el tumor), no nos vimos y no fue por mi culpa. Yo lo necesitaba, él actuó así, pero creo que tendría que haber sido de otra manera. Quien estaba pasando por un mal momento era yo”.
Vilanova era el ayudante de campo de Guardiola en el Barça, además de su amigo. Incluso, según escribió en septiembre de 2012 el periodista Luis Martín en el diario El País, “lo primero que Vilanova le dijo a Zubizarreta cuando le ofreció el cargo es que no aceptaría jamás si eso ponía en peligro su amistad con Pep: ‘Tengo cuatro amigos y no perderé uno por ser entrenador del Barcelona’, avisó”.
Por lo demás, el agua corrió debajo del puente.