Alguien en Hombre tiró el desafío: un “Dossier Juegos Olímpicos”. Pero no con datos, cifras, estadísticas, entrevistas, historias de vida, enviados especiales, columnistas (esa revista ya la leímos). Queríamos jugar la carta más difícil: salir a buscar una decena de deportistas de elite para que en el tramo final de su entrenamiento viniesen al estudio fotográfico de Perfil, se lookearan como orientales, representaran un rol actoral, jugasen a ser otros por un rato.
Nos emocionó saber que todos los convocados dijeron que sí sin condicionamientos. Hablamos de olímpicos que restaban sus últimas horas en el país por una foto. De ídolos que viajan con chofer, asistente y en limo, en aviones privados; de contratos millonarios, con espónsores que los cuidan hasta de que no se resfríen; de conferencias de prensa respondidas en varios idiomas; de viajes interminables y de rankings de niveles de exigencia inimaginables. Hablamos de grandes personas.
En el anecdotario (incompletísimo) quedó la rigurosidad horaria de Carlos Delfino (que tuvo un paso de apenas tres días por Buenos Aires) para calzarse un kimono que perteneció al press kit de una película de samurais protagonizada por Tom Cruise. Al explicarle el sentido de la foto (iba a montarse una pelota en llamas sobre una de básquet) insistió en hacer jueguito con el balón encendido.
Germán Chiaraviglio subido sobre una mesa, dando saltos mortales con una espada (de lata, por suerte).
Mariné Russo sorprendida porque estaba segura de que la habíamos llamado para una producción hot. Y sugiriendo el nombre de una compañera (jamás diremos que hablaba de Magui Aicega) “porque a ella le encanta mostrarse”.
Georgina Bardach fascinada con el peinado y el make up oriental, que le llevó una hora y media de trabajo, mientras sus amigas le sacaban fotos con sus celulares.
Daniela Krukower, a la que le pedimos más actitud gestual, que nos contestó que ya tenía demasiado cara de mala para enfatizarlo más.
Y con la dupla Espínola-Lange, una de nuestras clásicas metidas de pata: la del productor que, refiriéndose a la novia de Lange (de 18 años) le dijo a Camau: “Ah, viniste con tu hija, ¿no?”.
Ellos (más Balliengo, Albarracín y Santiago Fernández) terminaron de emocionarnos cuando los vimos por tele, representando ese intangible conocido como espíritu olímpico, que no es otra cosa que ser grandes tipos antes que lograr la fama, el dinero o la medalla.*Editor general de la revista Hombre .