El primer día de la serie de Copa Davis ante Francia dejó un resultado (1 a 1) que es la confirmación de un momento: Argentina tiene hoy, después de tiempos de dudas y temores, dos singlistas coperos. Carlos Berlocq y Juan Mónaco confirmaron ayer, pese a la derrota y con la victoria, respectivamente, que se pueden hacer cargo de este equipo. Que pueden –pudieron– tomar las riendas ante las ausencias por diferentes motivos de Juan Martín del Potro –que priorizó su carrera individual– y de David Nalbandian –cuyo físico lo alejó de los individuales, pero que resiste en el dobles–. Y que para asumir ese lugar portan una bandera diferente a la de los reyes anteriores. En este caso, la del sacrificio.
Cualquiera sea la característica que los destaque, lo cierto es que Berlocq y Mónaco dieron la sorpresa en el Parque Roca. Otra vez, porque ya habían asumido ese rol frente a Alemania, por la primera ronda, y habían cargado con el mismo estigma: la poca confianza.
Berlocq y Mónaco ganaron sus duelos ante los germanos cuando muchos lo consideraban algo poco probable y ayer, ante una Francia que aparecía como candidata, mostraron que el talento no es el único factor que transforma a un equipo en favorito. El 1 a 1 es, en gran parte, la ratificación de todo esto.
Un optimista. El tenista de Chascomús tenía en el primer punto a un rival de temer: Jo-Wilfried Tsonga, número 8 del ranking, 31 años y diez títulos en su carrera (todos sobre canchas rápidas).
Berlocq es un tenista que hizo de la entrega y la voluntad su marca registrada. Y así logró sus frutos. Ahora, con 30 años, está parado firme en el top 100 –figura 71° y llegó a ser 37°–, después de haber escalado posiciones desde el circuito Challenger.
Este Berlocq es en la actualidad el singlista argentino de la Copa Davis. Martín Jaite le dio ese rol, y el hombre que todavía no ganó un título ATP cumplió con creces. Cumplió incluso las veces que perdió, como ayer, ante Tsonga.
Fue 4-6, 6-2, 6-3, 5-7 y 6-2, después de tres horas y 53 minutos de juego, un tiempo en el que incluso tuvo hasta posibilidades de ganar. En el primer set se vio al mejor Berlocq: un tenista con confianza, que nadó con seguridad en el polvo de ladrillo lento de Buenos Aires. Un Berlocq que tiene actitud ganadora y que es incansable.
Después, se cayó. Pero recuperó el tercer set y se metió en el terreno que más le gusta: construyó un partido largo y llevó la definición al quinto set. En ese último juego, Tsonga le quebró el servicio para quedar 2-1. Pero Berlocq siguió peleando. Cuando estaba 5-2 abajo tuvo un break point, pero terminó perdiendo por 6-2. Se llevó el mejor premio: la ovación de la gente y la convicción de que el lugar que ocupa no le queda grande.
Un batallador. Sin Del Potro y con Nalbandian en el dobles, Mónaco es la mejor figurita de Argentina. El tandilense, sin embargo, no llegaba en buena forma. En lo que va del año perdió los cinco partidos que disputó en el circuito. Demasiado para un 19° en el ranking.
Pico ya había dicho que después de años se sentía con seguridad jugando Copa Davis, algo que no le ocurría al principio. Mónaco se fue haciendo. Y ese armado dio sus frutos: las victorias que obtuvo en 2013 –tres– fueron en la Davis. Ayer le dio al país el empate en la serie después de vencer a Gilles Simon por 7-6 (7-2), 6-2 y 6-4. Y alimentó el sueño.
Mónaco ganó el set más difícil, el primero. Ahí, Simon tuvo problemas para cerrar algunos puntos y después, en el segundo, padeció molestias en la espalda. Dos horas y media de juego le alcanzaron a Pico para sellar el empate y llegar descansado al domingo, el día clave. El día en que los dos singlistas coperos buscarán dar un paso clave. Otro más.