Con todas las cartas echadas sobre la mesa, tanto a Boca como a Milan sólo les resta una cosa: salir a jugar la final del Mundial de Clubes de Japón que determinará, al menos por un año, cuál es el mejor equipo de fútbol del planeta.
Condimentado por la estadística que refleja que se enfrentarán los dos equipos que más torneos internacionales ganaron en la historia del fútbol profesional (17 cada uno), Boca-Milan, Milan-Boca disputan hoy desde la 7.30 el duelo más esperado del mini Mundial.
Tras vencer al pobre pero duro Etoile de Túnez (1-0), Boca ahora deberá enfrentar al poderoso equipo del norte de Italia, que viene de ganar la Champions League pese a que sufrió una dura sanción de las autoridades de la liga local (por arreglo de partidos), que casi provoca su descenso a la segunda división.
Ya recuperado, el Milan (que viene de derrotar con lo justo, 1-0, al conjunto japonés Red Diamonds) buscará tomarse revancha de la derrota por penales de 2003, que significó la tercera Copa Intercontinental del club de La Ribera, que en ese momento era dirigido por Carlos Bianchi.
Apuestas que no dicen nada. Tal como sucede generalmente en los torneos que enfrentan a equipos europeos con sudamericanos, las casas de apuestas señalan como favoritos a los conjuntos más poderosos económicamente (los del Viejo continente), que casi siempre cuentan entre sus filas con futbolistas oriundos de este lado del Atlántico.
Sin embargo, pese a que los xeneizes pagan 3,95 por cada peso apostado (contra 1,90 pesos a favor del Milan), los argentinos saben que el Boca de la última década se agranda en los compromisos difíciles, tal como lo demostró en el 2003, o en el 2000 con el Real Madrid, cuando lo venció 2-1 con una brillante actuación de Juan Román Riquelme.
Por lo tanto, nada está dicho. Aunque el conjunto de Carlo Ancelotti cuente con el mejor jugador del mundo FIFA (Kaká) o con el experimentado defensor italiano Paolo Maldini, los dirigidos por Miguel Russo tienen la motivación del que va como punto a la partida: llevarse toda la gloria ante los ojos del que aparentemente se presenta con las mejores cartas.