"A los 43 años, una edad a los que muchos quieren considerar como viejos y ni consiguen trabajo, mire lo que podemos hacer". La reflexión corresponde a Juana, la mamá de Juan Curutchet, el más "viejo" de los ciclistas que intentaron llevarse el oro en la noche del martes en Beijing y no pudieron ante el veterano pedalista marplatense.
No fue fácil la vida de los Curutchet, dedicada a la bicicleta tanto por amor como por necesidad. "Hace 25 años que alquilamos un local de bicicletería en Mar del Plata," contó Juana por radio 10, aunque hubo tiempos más duros, en los que Juan tuvo que arreglárselas para ayudar en la casa. El local, ubicado cercano al estadio de la ciudad es frecuentado por los amantes del pedal que son atendidos por la misma Juana, una mujer sencilla y cálida y su esposo.
"Trabajó en distintas cosas de adolescente, en tiempos difíciles: fue peón de albañil, de carpintería, trabajó en fábrica de mosaicos... hasta que fue agarrando la bici cada vez más, hubo gente que creyó en ellos (incluye a su otro hijo Gabriel -campeón panamericano) y tuvieron algunos sponsors y siguió ayudándome en la bicicletería", confió la mujer.
Juan Esteban Curuchet, nacido el 4 de febrero de 1965, participó en seis juegos olímpicos no consecutivos desde Los Ángeles 1984. Tras no obtener ninguna medalla en Atenas 2004 estuvo a punto de retirarse, pero se repuso y logró participar de estos juegos, a pesar de no lograr, como él quería, resultar abanderado en la ceremonia de apertura.
El padre del Curutchet era también un singular ciclista y le transmitió a sus hijos la pasión por el deporte. Su hermano Gabriel nació el 24 de junio de 1963 y se retiró en 2001. Durante dos décadas fue compañero de dupla de Juan, logró 14 títulos locales y otros veinte internacionales (17 mundiales y tres medallas olímpicas). Hoy dirige una federación y es el jefe del equipo en Beijing.
Juan empezó a los 14 años y en el primer torneo salió campeón de pista. Hoy, Juan y su esposa ven cómo Martín, el hijo mayor del matrimonio, Martín, de 20 años, busca su futuro como futbolista en las inferiores de River Plate, en Buenos Aires, mientras que Kevin, Juan Ignacio y la pequeña Martina, de 5, siguen bajo cobijo familiar en su Mar del Plata
En su relato, Juana reparte elogios, no solo para su hijo que ingresó en la historia del deporte mundial minutos antes, sino también distribuye lauros para el mayor. "El alma mater del grupo es Gabriel. Juan es excelente y puso todo. Era la única medalla que le faltaba y se lo merece por su hombría de bien", cerró Juana.