Es la historia de siempre: todo depende desde qué lugar se lo mire. Por eso, una misma situación puede provocar críticas despiadadas o elogios desmedidos. Están los que levantan la bandera de la década ganada, y los que se lamentan por la década perdida. Los que sostienen con argumentos que fueron diez años de crecimiento, y los que prueban que el retroceso fue atroz. Los que se beneficiaron con estos tiempos de cambios, y los que añoran el espejismo de los ’90. Pero a no confundirse: estas son páginas de deportes, nadie pretende mezclarse entre candidatos K y de los otros, discutir sobre inflación y dólar paralelo, o aplaudir un modelo de integración. Acá hablamos de fútbol, señores, ese ámbito donde unos pocos grandes se achicaron y muchos chicos se agrandaron.
Las estadísticas son elocuentes. De los últimos veinte torneos sólo ocho fueron ganados por equipos grandes. Y de esos ocho, cinco se los quedó Boca. River apenas festejó dos veces, y San Lorenzo, una. Independiente y Racing ni figuraron. Los más poderosos, qué duda cabe, deberían organizar un cacerolazo de protesta por la década perdida, mientras Banfield, Argentinos, Estudiantes, Arsenal y Newell’s, por ejemplo, podrían exponer desde el programa Fútbol permitido un registro de la década ganada.