Acá todo es lo que parece: en una cárcel no hay espacio para las metáforas. Esta pesada puerta gris, de metal, invulnerable, es eso: una pesada puerta de metal gris e invulnerable. Esos cuatro enrejados de metal con candado que parecen indomables, lo son. Y si para cruzar esa puerta y esos enrejados es obligatorio dejar documentos y teléfonos en la entrada, ahí los tenés, no me los pierdas. Acá, en la Unidad Nº 9 de La Plata, todo es lo que parece. No hay metáforas: estás adentro o estás afuera.
Y es adentro, claro, donde ocurren las cosas. Es después de atravesar esa puerta y esos enrejados que aparece el aula donde un ex árbitro con nostalgia hippie se para frente a 17 presos para explicarles el reglamento del fútbol. Entonces sucede: los reclusos escuchan, piensan, hacen preguntas, debaten, arriesgan hipótesis. Ahora, y por las próximas dos horas, no habrá nada que les importe más. Y ninguno repara en lo obvio: ellos, que cayeron por no respetar las reglas de juego, están incorporando normas que tal vez en algún momento deberán hacer cumplir.