El año futbolístico del seleccionado argentino quedó marcado por la triste tarde del 30 de junio. Aquel viernes, en Berlín, la Argentina sumó una nueva frustración mundialista, la quinta consecutiva tras la lejana consagración en México 1986.
El equipo que dirigía José Pekerman estuvo a once minutos de avanzar a las semifinales, pero el empate de Miroslav Klose y la posterior definición por penales les dieron el boleto a los alemanes.
La eliminación en cuartos de final dejó el mismo sabor que todas las eliminaciones: amargo. Porque quedar afuera de un Mundial siempre es doloroso. Y más en un certamen sin equipos que marcaran diferencias sobre el resto, en el que la Argentina dejó la sensación de estar cuanto menos en un plano de igualdad con los dos finalistas: Italia, el campeón, y Francia.
Pero el Mundial también entregó aristas positivas. A diferencia de lo ocurrido en Corea y Japón 2002, la Argentina enterró los fantasmas que sobrevolaron en los meses previos y superó el filtro de la primera ronda, que para el mundo futbolero era la más difícil de todas. En esa fase inicial, tuvo el valor agregado de una victoria, el 6 a 0 sobre Serbia y Montenegro, que quedará en la historia como una de las goleadas más lucidas de los Mundiales.
Ya en los octavos de final, dejó atrás a México en tiempo suplementario y con sufrimiento gracias a un zapatazo salvador de Maximiliano Rodríguez. Y ante Alemania -quedó dicho- cayó por penales y después de haber sido levemente superior en el desarrollo. En suma, la Argentina terminó invicta y se quedó afuera ante el seleccionado local, que no habrá sido un cuco pero sí un equipo más que respetable. La desazón, en todo caso, se potenció porque el equipo demostró no ser menos que nadie (aunque tampoco mejor que varios).
Por culpa de esa caída ante los alemanes, 2006 terminó siendo, al igual que 2004, un año de transición para el seleccionado. Hace dos años y tres meses, Pekerman asumió tras el portazo sorpresivo de Marcelo Bielsa. Y en setiembre último fue el turno de Alfio Basile por Pekerman, quien presentó la renuncia apenas se consumó el adiós del equipo en Berlín.
El comienzo del segundo ciclo del "Coco" vestido de celeste y blanco fue con dos derrotas. La primera, bien dolorosa, un 0-3 ante Brasil en Londres. Y la segunda, un 1-2 frente a España en Murcia, en otra prestación más que desteñida del equipo. La Argentina no jugó bien en ninguno de esos dos partidos, pero el crédito de Basile está abierto porque viene de un paso por Boca en el que ganó todo lo que jugó, y desplegando un fútbol que pretende seducir a los ojos de los hinchas más exigentes.
El próximo compromiso será ante Francia, otro conjunto clase A, el 7 de febrero en París. Y del 26 de junio al 15 de julio será el turno del primer torneo oficial, la Copa América de Venezuela, seguramente con un equipo con mayoría de jugadores del medio local, según anticipó el propio Basile. En definitiva, lo más importante es que el "Coco" logre que el equipo juegue como él pretende. Así, el seleccionado estará más cerca de volver a ganar algo después de la Copa América de Ecuador 1993, el último título que consiguió...