Anunciaron un partido de noventa minutos, pero terminó siendo de noventa con alargue y penales”. La frase de un dirigente importante de la AFA intenta graficar la supuesta ayuda que recibieron Turner y Fox para quedarse con los derechos televisivos del fútbol argentino. Las dos cadenas ganaron la pulseada contra ESPN y Mediapro en tiempo de descuento, y con un movimiento de ajedrez que sorprendió –y enojó– a sus competidores: una carta de TSC –propiedad de Clarín y Torneos– en la que se comprometía a no continuar el juicio millonario contra la AFA por la rescisión del contrato en 2009. Fue un jaque mate. Con ese documento, Turner y Fox se adueñaron del negocio de la pelota televisada por los próximos cinco años, con posibilidad de extenderlo cinco más.
Pero no sólo la mano del Grupo o de Torneos sirvió para que estas dos cadenas estadounidenses fueran finalmente las elegidas. El Gobierno operó siempre a favor de ellas. Lo hizo mediante Fernando Marín, el coordinador saliente de Fútbol para Todos, y Fernando Niembro, quien apareció, otra vez, de los dos lados del mostrador: como empleado de Fox y como hombre influyente dentro de la Casa Rosada. Allí, en Balcarce 50, empezó a cocinarse lo que se anunció esta semana: fue en agosto del año pasado, cuando el vicepresidente de Turner, Joel Whitten Richardson, se reunió en privado con Mauricio Macri para planear el desembarco de la compañía en el negocio del fútbol. Desde aquel día, el macrismo tenía un compromiso asumido.
Si el Gobierno fue el vértice en donde se apoyó la oferta de Turner/Fox, el otro fue Marcelo Tinelli, quien lideró la comisión audiovisual que eligió al ganador. El conductor televisivo siempre osciló. Al principio se inclinó por ESPN, pero su favoritismo cambió de dirección en el tramo final. Tinelli hablaba con Agustín Pichot y Guillermo Tabanera, hombres con poder dentro de ESPN; pero también lo hacía con un viejo conocido como Felipe Mc Gough, de Fox Sports. Mc Gough mantiene, aún hoy, un aceitado vínculo con Torneos, una de las empresas que más se beneficiaron cuando la AFA le bajó el martillo a la negociación.
“Confiamos en mucha gente, y después esa gente tuvo actitudes inesperadas”, le dice a este diario un alto directivo de ESPN. Los apellidos de acusadores y acusados –en esta trama en la que se puso en juego el más millonario de los negocios que da el fútbol– siempre son tácitos.
La hora, juez. Fox/Turner, ESPN y Mediapro presentaron en febrero sus propuestas a la comisión audiovisual. Sin embargo, las conversaciones venían desde antes: Turner, por ejemplo, había ofertado 2.200 millones de pesos anuales para televisar todos los partidos. La cifra, que a los directivos no los convencía, subió cuando ESPN entró formalmente a escena. Y se consolidó cuando se sumó Mediapro.
En la AFA cuentan que hubo dos instancias preliminares: la primera a favor de ESPN, y la segunda a favor de Mediapro. Fue allí cuando se determinó postergar la decisión. Como hito, recuerdan la improvisada conferencia de Nicolás Russo, el presidente de Lanús, cuando informó que se iba a postergar el anuncio. “Es necesario hacer algunas consultas sobre algunos puntos”.
Para Turner/Fox, esa postergación fue la señal para acelerar. Allí se terminó de cerrar el acuerdo con Torneos y el Grupo Clarín. “Sé que a muchos les cayó mal esa carta. La consideraron desleal. Pero Turner/Fox tuvo la habilidad de conseguirla”, cuenta el consultor y ex director de FpT Horacio Gennari desde Estados Unidos. “Los de ESPN negociaron en un ambiente que no sabían manejar. Hicieron todo por derecha y había que ir un poquito por el costado”, grafican.
La elección de Turner/Fox, más allá de la oferta en sí, no se entendería sin el apoyo del ala macrista de la AFA. Tampoco la buena posición en la que quedó Torneos, que tendrá a cargo la producción integral. El próximo presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, no tiene la mejor relación con esa empresa, pero prometió paz. La tregua tiene sentido: uno de sus socios políticos, Daniel Angelici, le otorgó a Torneos, hace dos años, en una asamblea escandalosa, la concesión del Museo de Boca. Ahí también puede encontrarse una de las razones de este final.