Argentina pasó con un burocrático aprobado uno de esos partidos trampa. Si ganaba, cumpliría con su deber frente a una selección menor; si empataba o perdía, se compraría un problema. El 2-0, entonces, dejó lecturas vinculadas al futuro inmediato. De los avatares de la tarde helada de Washington en dos días ya no se acordará nadie.
1 Tevez está. Martino había dicho que el 10 de la Juventus jugaría de armador. Tevez no solo le hizo caso: fue el mejor de Argentina. Le costó encontrar la posición para encontrarse con la pelota al principio, pero una vez que la halló –a mitad de camino entre los volantes y la rocosa defensa salvadoreña– se hizo dueño de todos los ataques. En el mejor momento de su carrera, su desafío es trasladar su estado de gracia a la Selección, una mutación que siempre le costó. Ayer tuvo claridad para ubicar espacios vacíos y asociarse con los delanteros –no tanto con Higuain, el más flojo–. Sus buenos pases lucieron menos porque Carrillo evitó la goleada con sus reflejos. Eso también le quitó al Apache el cartel del mejor del partido: se lo robó el arquero salvadoreño.
Como sea, resulta difícil imaginar que Tevez no sea titular en la Copa América; la polémica de su exclusión en la era Sabella es pasado. Y pisado.
2 Musacchio pide cancha. A los 24 años, con seis de trayectoria en el Villarreal, al central le llegó ayer la oportunidad de debutar en la Selección. Que haya estado a punto de marcar un gol de cabeza fue lo menos importante: si bien el entrenador explicó que nadie se jugaba su lugar en un partido, el de Musacchio invita a proyectar. Tiene presencia, excelente juego aéreo y un respetable uno contra uno. Además, su posición es la que más huecos ofrece en el plantel. ¿Hará dupla con Garay? Por qué no.
3 ¿Cómo evaluar a los nuevos? Que El Salvador no sería medida se sabía. Entonces, el desafío para los que no suelen tener minutos en la Selección ameritaba un enfoque diferente: ¿cómo mostrarse? Guzmán eligió salir siempre con un pase, incluso estando apretado: conoce bien el manual de Martino; Funes Mori controló a Bonilla, el único delantero rival; Orban se proyectó mucho pero no acertó tanto; Mancuello, todo confianza, estiró su extraordinario presente también a la Selección (ver aparte).
4 Un doble 5 desparejo. En el dibujo preferido de Martino hay lugar para dos volantes centrales. Mascherano y Biglia son los titulares, con buen margen de distancia sobre los que vienen atrás. El partido de ayer juntó a Banega y Pereyra durante los noventa minutos, en una apuesta a ver si ellos pueden aportar soluciones alternativas. Y de la prueba salió mejor parado Banega, siempre participativo, preciso en las entregas y aplicado para meterse entre los centrales argentinos para iniciar las jugadas. Suyo fue el remate del primer gol, además, antes del desvío en Renderos. Pereyra, que en la Juventus suele jugar en esa posición, anduvo más perdido. Pero parece uno de esos típicos casos a los que los entrenadores les ven más elementos positivos que los que aprecia al ojo del espectador neutral.
5 Los arqueros, el debate que viene. Que Guzmán es una debilidad de Martino ya se sabe. Cumple con el abecé que el entrenador pretende de su arquero: resuelve con los pies para asegurar la posesión. En esa faceta, Romero es menos apto, pero lo respaldan los dos mundiales que tiene encima. Y Rulli asoma como el arquero del futuro. ¿Quién será el titular cuando lleguen los partidos oficiales? El debut contra Paraguay en la Copa América dará la respuesta.